Por: Andrés ‘Pote’ Ríos
El profesor Pompilio Páez fue claro cuando lo tuvimos en un muy agradable programa de La Tertulia Verdolaga (acá el link https://www.youtube.com/watch?v=mtbcoLQ02Mg ), le pregunté por el equilibrio del equipo en su accionar -defensa, ataque- y el asistente técnico de Juan Carlos Osorio, técnico encargado mientras que se cumple la sanción del míster, fue claro en su respuesta: “La palabra equilibrio no nos gusta. Nacional es un equipo diseñado para atacar y defenderse con el balón”./p
Ante todo, el argumento es válido, desde estas letras hay absoluto respeto por esa tesis y, es claro decirlo, por quiénes la aplican, en este caso, el profesor Osorio y su cuerpo técnico. Esas palabras fueron antes de afrontar la primera llave de Copa Águila ante el Tolima y fueron después del 5 a 2 ante el DIM. En esa seguidilla de partidos que incluyó dos clásicos, el juego ante Millonarios, la llave de eliminación ante Tolima y el partido con el Cúcuta, mi pregunta de nuevo se viste de relevancia y mayúsculas ¿Y el equilibrio qué? Porque sí, ver a este Nacional en función de ataque es un auténtico placer. El equipo, ya con más de 60 unidades de trabajo-entrenamiento, demuele a sus rivales, se los carcome y al son de múltiples alternativas en sus movimientos y herramientas, pisa el área con continuidad y anota. No en vano, es el equipo más goleador del torneo con 22 goles, le han anotado 11, y sí, eso puede denotar que la balanza está a favor, pero, la realidad es otra.
En defensa el equipo sufre demasiado y eso, por ejemplo, le costó el partido contra Cúcuta. Se ve en cada juego con claridad, incluso en el par de clásicos en los que Nacional fue una máquina. Nacional tiene el balón, impone, se monta sobre zona de su rival adelantando sus líneas, toca, circula, hace movimientos, es rápido, maneja ritmos, lleva de un lado a otro al equipo contrario, lo diluye a punta de todo lo anterior y le hace daño. Pero, y viene el gran pero, si por tomar una mala decisión, por un error puntual de un jugador, por su limitación o, por presión misma y virtud del rival, se pierde el balón, por lo regular, la escuadra contraria con rapidez trata de pasar al ataque y se ve un Nacional partido.
Se ven a los tres defensores tratando de solventar la emergencia, a veces en igualdad numérica, a veces en inferioridad de quien ataca. Luce el equipo fracturado, los tres de atrás, y varios metros más lejos, los volantes que deben, por regla, regresar con rapidez para ayudar en la labor de respaldo. Y es así como el equipo sufre, el hincha sufre y de varias opciones que así se generan, llegan los goles rivales. El verdolaga es una máquina de ataque que convierte en máquina de ataque a su contendor ante el mínimo error de pérdida de balón. Y sí, solo nos han hecho 11 goles en liga, el número es alentador, pero la realidad de los partidos muestra un desequilibrio y una falta de balance en el juego de Nacional.
Yo soy un simple tipo que trató de jugar bien este deporte y trata de verlo y entenderlo con asertividad en medio de mi ignorancia. A Osorio lo respeto y admiro, no soy ni una sombra de lo que él tiene en su cabeza en relación a conocimientos de fútbol, pero la vida misma, en sí casi todos los deportes, el amor, la situación que usted quiera proponer de este mundo, tiene un respeto por la premisa del equilibrio.
Es un ying y yang. Es evitar que me anoten goles y anotar goles. Pero no me cuadra esa tesis que reza por ahí al afirmar que no importa cuántos goles me hagan si hago más ¿Y si no hago? ¿Si el rival no deja porque se colgó del travesaño? ¿Y si ese rival me hace más goles? Pues fácil: pierdo y el Cúcuta nos dio esa lección. Es jugar al filo de la cornisa y ante rivales de más peso y pergaminos ¿Qué?
Yo creo en este proceso, yo creo en Osorio y su cuerpo técnico. Solo hago un llamado a la humildad, a meterle una dosis de equilibrio a esto, a mejorar el retorno, a estar mejor parados en defensa, a no sufrir esa fase del juego. Es solo eso, solo pido que vean que el equilibrio es una buena palabra.