FOTOS: CORTESÍA DIMAYOR.
Por: Juan Felipe Velásquez.
Dolorosa derrota para Nacional en Pereira ante el equipo local. 3 a 2 cayó El Verde por primera vez en liga. Aquí lo realmente importante no es sumar una derrota que, al final, poco afecta en los excelentes números; lo que preocupa es que Nacional confirma un bajón en su rendimiento y, a manera de apreciación personal, me preocupa la reacción del cuerpo técnico ante las adversidades. Alejandro Restrepo y sus colegas vienen evidenciando una falta de recursos y variantes cuando los partidos se ponen difíciles y se notan superados por el reto. Nacional inicia ganando y dominando o se diluye en mal fútbol.
4-2-3-1 es el módulo con el que Nacional ha jugado este semestre, pero el problema en radica es que es el único módulo. Nacional no prueba nada más, no intenta algo distinto. Juega a lo que juega desde que inició su campaña y aunque por momentos lo hace muy bien, también abusa del plan, el único plan. De que sirve tener 30 futbolistas en nómina si todos cumplen la misma función y ejecutan el mismo rol? Por qué hacer cambios absolutamente repetidos en cada partido? Por qué no probar con 2 delanteros, o un solo pivote, o extremos naturales? En esta editorial, son estas las cuestiones que aún me inquietan del cuerpo técnico.
Nacional está clasificado hace varias fechas, pero el reciente bajo rendimiento no reside únicamente en las decisiones técnicas, hay que hablar también de los rendimientos individuales. Nacional se nota que ejecuta movimientos correctos, pero decisiones erróneas. Lo cierto es que los rivales nos empiezan a anular cada vez más seguido y el equipo no hace nada por hacerse indescifrable. Ni el cuerpo técnico, ni los jugadores han mostrado estar claros en el último mes.
Este no es un texto que pretende denunciar una tragedia o ensuciar la brillante campaña del Nacional. El equipo lleva un semestre absolutamente destacable por lo bueno que hace, que es mucho, pero es mi función, como analista, el buscar elementos que le permitan a Nacional mejorar y, así por fin, lograr el anhelado y esquivo título.