FOTOS: WILSON VALENCIA.
Por: Juan Felipe Velásquez.
Categórica victoria de Atlético Nacional en una tarde llena de buen fútbol ante el más clásico de los rivales. El Verde ganó 2-0 al América de Cali, pero por lo visto en el campo y en la desarrollo del partido, no es exagerado decir que el marcador debió haber sido mucho más amplio. Y es que Nacional salió a arrollar a un América desordenado, desorientado, con bajos niveles futbolísticos y con un proceso deportivo que inicia. Todos estos elementos ayudaron a que el local fuera inmensamente superior, no sólo porque su rendimiento así lo evidenció, sino porque el equipo rival se desbarata en pedazos.
El Arriero Herrera cumple un interinato cor aroma a estrella 17. El equipo verde juega como un verdadero campeón y, a pocas fechas de terminar la fase del todos contra todos, la ilusión está más latente que nunca. Yo, que pensaba que el actual técnico de Nacional no tenía los pergaminos para ser el técnico definitivo, empiezo pensar que a este proceso hay que darle continuidad; pero es una mera reflexión influida por la euforia del resultado de ayer, debo reconocerlo. Sin embargo, eufórico o no, al equipo hay que reconocerle que está siendo dominante en cada uno de los encuentros que está enfrentando desde que Hernán Darío Herrera asumió la dirección técnica. Sin mayores novedades tácticas, sin demasía en la pretensión estratégica, Nacional juega la lógica y el técnico se decanta por colocar a los que están en mejor nivel, a los que más divierten a la tribuna, y afortunadamente, en esta plantilla son los mismos.
El acostumbrado 4-1-4-1 que Nacional presenta de local está haciendo un deleite para propios extraños. Giovanny Moreno se divierte con la pelota y despliega talento en grandes cantidades; Andrés Andrade vuelve a ser factor determinante en el fútbol Atlético Nacional; Sebastián Gómez es pilar fundamental del medio campo; Dorlan Pabón es influyente en su sector de la cancha; Jefferson Duque se ve mejor rodeado por sus compañeros; Kevin Mier responde cuando se le exige; Juan David Cabal demuestra porque se le catalogo como el sucesor natural de Alexis Henríquez; Danovis Banguero muestra lo que mostró entre Tolima y la lista es extensa.
Sabíamos que Nacional iba a salir a ganar el clásico colombiano, eso no estaba en duda, pero la clasificación tempranera me hacía pensar que, quizás, el equipo iba mostrar menos ambición de victoria simplemente porque los 3 puntos ya no eran urgentes como en fechas pasadas, pero para fortuna de todos los asistentes al Atanasio Girardot, Nacional jugó como si de una final se tratara. Y es que esa inercia competitiva es la que el equipo debe mantener para poder enfrentar los cuadrangulares y así alcanzar la tan anhelada estrella 17.
Dentro de lo táctico y estratégico, de lo más resaltable de este nuevo proceso es la nueva posición de Andrés Andrade. El 10 de Nacional parte de la misma altura de Sebastián Gómez para luego incorporarse como volante ofensivo. Esta función que desarrolla en el campo me recuerda mucho a la de Alejandro Guerra en el proceso de Reinaldo Rueda, por allá en el 2016, pues el jugador vallecaucano se vuelve influyente en casi todas de las fases de el equipo, tanto defensivas como ofensivas, pero lo más importante es que su zona influencia es mucho más extensa y su trasegar en el juego de Nacional es más extenso; se vuelve indetectable para los volantes defensivos de los rivales y aparece con sorpresa por las bandas, o en el área, o en la famosa zona 14.
No queda más que felicitar al equipo por el despliegue futbolístico de calidad que mostró ayer, al cuerpo técnico por gestionar con sabiduría la plantilla del equipo, sus correctísimo es niveles futbolísticos y, por supuesto, a todos los asistentes al estadio, pues han creado un marco espectacular, digno de un verdadero clásico.
