Por: Juan Felipe Velásquez.
Atlético Nacional suma una nueva victoria ante Alianza Petrolera en condición de visitante. Cómo es costumbre, más allá del resultado favorable, es importante poner la lupa en el juego. Y es que Nacional volvió a ser un equipo contundente, pero se percibe lejos de lo que el hincha quiere ver.
El primer tiempo en Barrancabermeja fue de dominio absoluto para el local. Kevin Mier, titular indiscutible, demostró de nuevo que es un arquero de garantía, que ofrece seguridad, tranquilidad y atajadas vistosas. Que el equipo no haya recibido goles anoche es enteramente su responsabilidad. El equipo petrolero generó opciones de todas las formas y colores, pero el rendimiento del canterano ha sido notable desde que asumió la titularidad y ayer no fue la excepción. Alerta para el cuerpo técnico verde, pues cuando tu arquero es la figura del equipo es porque algo no anda bien.
Hablando del cuerpo técnico, llama poderosamente mi atención la manera en que encaran cada desafío táctico que se les presenta. Parece que la premisa es solucionar los problemas variando la figura del medio campo, es decir, la zona de volantes. Cuando Nacional juega mal, siempre se muta el triángulo de medio campistas, ya sea para pasar de un mediocentro defensivo a dos, o incorporando un volante de creación más al que ya está en cancha. En la liga colombiana, pobre de nivel, alcanza con solucionar de esa manera; no siempre, pero generalmente, alcanza con estas repetidas variantes. Pero en torneos internacionales se necesita algo más de creatividad.
A propósito de creatividad, Andrés Román está resultando un diferencial absoluto en el juego de Nacional. Su formación táctica y lectura de juego, cortesía de Alberto Gamero, le ha dado al verde variantes inteligentes y modernas en la fase ofensiva. El lateral sabe cuando interiorizar su posición; lee perfectamente la posición de sus compañeros y se ajusta con inteligencia a ello. Que placer verle moverse en el campo. Un distinto. Mientras que la banda izquierda se ve confundida (Mantilla, Banguero, Angulo, etc), por el carril derecho todo fluye con una dinámica superlativa.
En Nacional se nota que la recuperación psicológica del plantel está avanzando, pues el equipo muestra de nuevo un sentido de urgencia, de competitividad y de amor propio que se extrañaba. Fue justamente eso lo que lo llevo a ser campeón.
¿El fútbol? Sigue perdido. No se ve evolucionar al equipo. De hecho, el hincha logra percibir que las acciones ofensivas son embestidas individuales y no colectivas. El juego de Nacional parece estar sujeto al estado anímico de sus jugadores.
Largas jornadas de trabajo le esperan al cuerpo técnico del equipo. Estamos a pocos meses de enfrentar una copa libertadores que tiene como protagonista a los brasileños y su poderío económico. Para competirles a ellos, se necesita de un proceso y de un proyecto claro. El amor propio es un pilar, pero es uno de varios. El Arriero ya puso la primera piedra y logró armar una familia; detalle no menor pues muchos otros DTs no pudieron lograrlo. Es momento de dar el siguiente paso y armar un equipo de fútbol inteligente, dinámico, estable, moderno y, sobre todo, colectivo.