Por: Juan Felipe Velásquez.
Victoria importante de Atlético Nacional en condición de local ante un gran equipo, Bucaramanga. El Verde nos está acostumbrando a jugar bien un tiempo y luego mostrar una cara distinta en otro. Ayer mostró mejoría en su idea durante todo el primer tiempo, pero en el segundo volvió a ser un Nacional frío, estático y superado por el rival. Este Nacional es de jugar bien una sola mitad.
El cuerpo técnico paisa logró una rendimiento distinto basado en dos aspectos puntuales: el intercambio de banda entre Mantilla y Pabón, y la inclusión de Nelson Palacio.
Dorlan Pabón jugando con perfil invertido puede dar muchas variantes, pues la naturaleza de su juego se veía limitada por la banda cuando juega por derecha. Cuando juega por izquierda pone sus características a favor del equipo: visión, remate, asociación con el equipo y muchas diagonales en dirección al arco; además, Daniel Mantilla se complementa mejor con los movimientos en carriles interiores de Andrés Román, pero también es cierto que, en su perfil natural, puede aprovechar su velocidad bien pegado a la banda sin necesidad de finalizar con su pierna menos hábil.
Ahora, Nelson Palacio brindo aplomo y compromiso en el medio campo, provocando que Sebastián Gómez trabaje un tanto menos. Una ayuda más que necesaria para un equipo que estaba siendo pasivo en esa zona del campo.
Todo esto se pudo evidenciar en el primer tiempo y el marcador así lo reflejó. El Verde se fue 2-0 al finalizar los 1ros 45 minutos y soplaban vientos premonitorios de una noche redonda para el club, pero todo quedó en promesa.
Para la parte complementaria, Nacional se vino abajo desde el rendimiento individual de los intérpretes. Empezaron las imprecisiones, la desidia y el afán, ademas que Bucaramanga también saltó al campo con ganas de emparejar el partido y pudo hacerlo. Curioso, pues los rendimientos individuales en Nacional han sido el fundamento competitivo del equipo; de mi parte nunca he cuestionado el compromiso de la plantilla, pero si los planteamientos tácticos y estratégicos del cuerpo técnico. Ayer quedaron debiendo los jugadores y no El Arriero.
Al final, la responsabilidad del rendimiento del equipo es indivisible y cuando ganan, ganan todos, pero cuando pierden, también pierden todos. Fue así como Nacional desperdició una ventaja de dos goles y terminó sufriendo el partido, pidiendo tiempo, esperando a que el encuentro finalizara lo más pronto posible.
Victoria que reafirma las sensaciones de todos los hinchas: Nacional es un equipo irregular: juega un tiempo y el otro lo regala. El Verde sigue sin convencer y cuando parece que evoluciona, luego vuelve a ser el mismo equipo aburrido de los últimos meses.