Por: Juan Felipe Velásquez.
La tregua ha finalizado y duró solo 3 días. Después del correcto rendimiento ante Santa Fe, la crítica futbolera dio los méritos a Nacional que merecía por lograr un partido decente y agradable en su juego, pero ante América volvió a ser el equipo de siempre. El equipo timorato, mal posicionado, apático del balón e inexistente ofensivamente hablando. La tregua corta finaliza y se vuelve a la crítica.
Honestamente, yo ya no soporto más a este Nacional del señor Amaral. Ya no me provoca verlo, seguirlo, analizarlo o cualquier otra cosa. Es tremendamente frustrante para mi que soy hincha del equipo más importante del país, ver cómo nos reducen a risas y mal fútbol. Incluso, desmigándome de mi pasión como hincha y colocándome el traje de analista, objetivamente no encuentro nada rescatable; nada que valga la pena mencionarse, más allá de los constantes bailes y dominios futbolísticos a los que nos someten los demás equipos.
Millonarios, Racing, Medellín y América. Todos nos hicieron ver ridículos en el campo. Nuestros tres rivales históricos nos dieron un baño de futbol superlativo y solo atendimos a ellos juiciosos, sumisos, obedientes y humillados.
Pero, cómo le choca al señor Amaral que le recuerden que es uno de los artistas responsables de la debacle. Aquel brasilero, protegido por los intereses económicos y la ignorancia futbolística de los directivos, se ha atornillado en el banquillo más deseado del país. El tipo ignora todo aquello que nos hace grandes y solo responde a los intereses de sus jefes. El actual DT que prometió, hace tan solo 3 meses, un fútbol más cercano a la historia de la institución y al gusto del hincha, ha faltado constantemente a su palabra y ya no responde a su promesa o a los cuestionamientos de la prensa.
El señor Amaral evade la historia grande del club más grande; ignora el ADN competitivo del club más campeón; desconoce el paladar del hincha más exigente del país; desprecia toda idea de fútbol ofensivo en el equipo con más estrellas en su escudo. Amaral no sabe no entiende el verdadero significado del escudo de Nacional y nos llama “desinformadores” a quienes nos atrevemos a cuestionarle.