Por: Juan Felipe Velásquez.
Atlético Nacional ha sido oficialmente eliminado de toda posibilidad de pelear la estrella de este segundo semestre del 2023. El equipo verde de Antioquia cayó derrotado en el clásico paisa por un estrepitoso y humillante 5-0. La más lógica y detestable culminación para un año lleno de tropiezos en lo institucional…
Los hinchas no tragamos entero y nadie se come el cuento del proyecto deportivo. Nacional enfrentó las finales del FPC con un equipo atestado de juveniles y la inexperiencia floreció en el campo de juego. No se confundan, porque mi apoyo a los muchachos de la cantera es incondicional. De hecho, la pesada maleta que se les encargó me resulta injusta. Una institución con la historia y los kilates de Nacional no puede pretender enfrentar instancias definitivas con jugadores que no ajustan ni 100 partidos como profesionales.
Los chichos canteranos se vieron inexpertos y los mayores jamás lograron el nivel necesitado para imponerse. Es así como Nacional termina eliminado de la liga haciendo un ridículo mayúsculo y perdiendo por 5 goles de diferencia, cosa que no sucedía hace más de 60 años.
Este 2023, como hinchas, sufrimos varios reveses difíciles de digerir: perdimos la final del primer semestre vs Millonarios, caímos eliminados ante Racing en Copa Libertadores, vimos cómo se demandaba a la barra Los Del Sur, presenciamos el desfile de 3 directores técnicos en un solo año, encaramos el mercado de pases con contrataciones más que cuestionables y sufrimos una goleada histórica a manos del rival de plaza.
Yo lo dije antes y lo repito ahora: grandes derrotas solo se borran con grandes victorias. La súper liga y la Copa Colombia no alcanzan a tapar el año horrible que culminó Nacional. El equipo queda en deuda y, dicho sea de paso, una deuda grande y pesada que los directivos deberán enfrentar para poder recuperar la fe del hincha.
Nacional va dando tumbos y tropezando en cada desacierto de su dirigencia que maltrata la historia del club y solo vela por los interés de su propio bolsillo. La hinchada se convirtió en un cliente común y corriente de una marca devaluada que poca confianza inspira.
Lo importante ahora, según ellos, son los objetivos económicos. Ganar pasó a un segundo o tercer plano y en el horizonte solo se divisa la continuación de la calamidad, el pisoteo de la historia del club y el infinito discurso de la recesión económica que concluye en contrataciones de poco peso y plantillas confeccionadas a base de juveniles.