Las tropas verdolagas, derrocaron al gobierno futbolístico del General Díaz, quien estuvo en el poder sólo dos semanas (había ganado 2-0 en el Atanasio, aprovechando un error estratégico de Nacional, que jugó ‘’a lo paraguayo’’ y no a lo colombiano). El ejército guaraní, en el primer acto, llevó la iniciativa en su palacio deportivo Feliciano Cáceres de Luque, ante muy pocos testigos . Basado en el físico y no en el talento, los locales jugaron a los ‘’ollazos’’ y fueron bien resistidos por el primer triángulo de defensa, conformado por Armani, Nájera y Murillo. En ataque se fueron en blanco en los 45 iniciales, dentro de un trámite de pierna fuerte, tráfico congestionado en el medio y también pocas llegadas del rival al área de Medina, es decir, en un partido más luchado que jugado.
El General Díaz era previsible, inofensivo y aburrido, sin finura en las combinaciones con el balón y limitado a centros aéreos, en los que la defensa verde no hizo concesiones, porque resultó rápida y cooperativa, dentro de un bloque corto que no dejó agujeros para el remate. Nacional, con mucho orden atrás y grandes cuotas de sacrificio, intentó transiciones rápidas, pero también atropelladas y sólo produjo un mano a mano de Guisao y una acción más, pero feliz : la del gol. Tiro libre a los 13 minutos. Bocanegra cobró rápido con el rival jugado en ataque, pase a EDWIN CARDONA, quien sin marca sacó un zurriagazo de 30 metros, que rozó a Chávez, mientras el arquero adelantado, no oyó el despertador.- 1-0 y la ilusión fue en ascenso.
Edwin Cardona, jugador talentoso y muy técnico, acumuló irresponsablemente 2 amarillas y abandonó la cancha, por expulsión, en el minuto 28. La visita con 10 jugadores durante 62 minutos, engrandeció su jornada épica, por la inferioridad numérica. Los militares guaraníes, se vieron como un regimiento melancólico y Nacional, como un batallón jerárquico. El local, para el segundo tiempo, quiso cambiar el plan de centros aéreos, por la mezcla interna, pero no sostuvo bien la pelota y la gente de Osorio le desactivó siempre las sociedades, con excepción de una jugada en el minuto 14. Se juntaron Contreras y Doldán, falló en la marca Nájera y ROBERTO GAMARRA decretó el 1-1. ( En ese momento muchos nos acordamos de la acción malhadada de Edwin y coincidimos en que más que entrenadores, está necesitado de sicólogos). Menos mal que 2 minutos después WÍLDER GUISAO ( figura) en una genialidad individual (el manual del potrero sirve para romper la táctica) , dejó rivales sangrando en el camino y con un derechazo feroz, firmó el 2-1.
En los 25 minutos finales, Juan Carlos Osorio, hizo cambios mágicos. Se jugó las cartas con 3 defensas ( Nájera, Bocanegra y Murillo), después 2 recuperadores con técnica (Mejía y Miller), 3 jugadores en la segunda línea de fuego ( Guisao-Guerra-Sherman) y 1 punta de lanza : Tréllez. Esa nueva disposición de líneas, le permitió equilibrio por una parte y una iniciativa atacante, donde aunó : técnica en la posesión, coraje en el despliegue, juego de bandas, combinaciones en los pasillos centrales, aparte de una presión alta, para que el oleaje golpeara, una y otra vez, a un rival, que se refugió en su primer tercio de cancha. Movilidad y entrega del verde ; solidaridad y ambición a toda prueba y hasta llegadas de los zagueros centrales quienes aparecían por ráfagas, pisando el área rival. La remontada llegó en el minuto 42. Mejía ( un verdadero pulpo en el medio, puesto que con sus tentáculos recuperó 14 balones en el acto final y fuera de eso los repartió bien), lanzó un balón al ‘’ hormiguero’’ ; la pelota la cabeceó Nájera y Murillo ( también con la testa) la alargó para SANTIAGO TRÉLLEZ ( dado como desparecido en combate, hasta ese momento) y el centro atacante, con el borde interno de su guayo derecho hizo el maravilloso milagro de la remontada : 3-1.
Hacía rato los subordinados del General, habían recurrido a la trampa : simulando lesiones para perder tiempo deliberadamente y escondiendo el balón en el banco de suplentes. Por eso se querían morir, cuando comprobaron que 10 soldados, le habían ganado la batalla a 11 enemigos. Nacional encontró la fórmula para sacarlos de la cueva, cuando estaban replegados y cansados. No les quedó tiempo para sacar bandera blanca.
Nacional superó la adversidad, con base en una entrega de alma y corazón, añadida al mejor fútbol. Como en los buenos tiempos, cosió cada guayo y la ambición, a una inolvidable noche luqueña. Por eso, en el palacio del derrocado General Díaz, se pudo percibir el perfume gentil de los jazmines.
Escrito por:: Wbeimar Muñoz Ceballos.