L a columna de Juan Felipe Velásquez.
Atlético Nacional ofreció a su hinchada una noche mágica en el Atanasio Girardot, al superar con contundencia 5-0 a Independiente Santa Fe, el rival más sólido como visitante en el campeonato. Esta victoria no solo llenó de ilusión a los seguidores verdolagas, sino que también evidenció el potencial de un equipo que, pese a los altibajos recientes, puede soñar con la estrella de fin de año.
Desde el arranque del encuentro, Nacional jugó con sangre en el ojo, como un equipo herido en su dignidad por las recientes sanciones y críticas. Esa presión externa parece haber sido el catalizador para que el equipo dirigido por Efraín Juárez mostrara unión, motivación y un nivel futbolístico brillante. No hay nada más peligroso que un equipo motivado, y Nacional lo demostró.
La motivación que mueve a Nacional tiene raíces profundas en la injusticia. Las decisiones controvertidas de Dimayor y otros entes oficiales no solo han sido percibidas como una persecución desmedida, sino que han tocado la fibra más sensible de este equipo: su orgullo. Estas sanciones, lejos de desmoralizar al grupo, han encendido una llama que los impulsa a demostrar que son más grandes que cualquier obstáculo. Cada jugador parece haber asumido una misión personal y colectiva de reivindicación, de dejar claro que Atlético Nacional es una institución que exige respeto y que responderá en la cancha con fútbol y carácter.
La expulsión tempranera de Marcelo Ortiz a los 5 minutos inclinó el partido a favor del verde, pero el equipo supo aprovechar la ventaja de manera efectiva. Andrés Sarmiento abrió el marcador a los 26 minutos con su quinto tanto vistiendo la camiseta de Nacional, demostrando su capacidad para aparecer en momentos clave. Poco después, Marino Hinestroza, la figura del partido, amplió la ventaja con una actuación espectacular, llena de gambetas, velocidad y desborde que desquició a la defensa cardenal.
El marcador de 3-0 al cierre del primer tiempo, sellado por el doblete de Sarmiento, dejó claro que Nacional estaba dispuesto a no conformarse. La segunda mitad fue un desfile de contundencia, con un desafortunado autogol de Edward López y el quinto tanto de Joan Castro para redondear una noche perfecta.
Sin embargo, más allá del resultado, hay elementos que destacan. La banda derecha de Nacional, formada por Andrés Román y Marino Hinestroza, es un espectáculo aparte. Esta dupla no solo aporta magia, potencia y desequilibrio, sino que también se ha consolidado como la sociedad más peligrosa del campeonato.
A pesar de las múltiples emociones que se vivieron en el partido, el equipo mostró madurez incluso en la adversidad, como la expulsión de Felipe Aguirre que igualó el número de jugadores en el campo. Este incidente, junto con la expulsión del técnico Efraín Juárez en un altercado en los bancos, no desestabilizó al plantel, que continuó imponiendo su estilo. Esta resiliencia es un factor clave que Nacional debe mantener para consolidarse como candidato sólido al título.
Lo que hace especial a este Nacional es la rabia transformada en fútbol. Las injusticias han unido a un grupo de jugadores que ahora se ven como una máquina imparable, un tren que busca arrasar con todo en su camino. Cada victoria no solo suma puntos, sino que manda un mensaje contundente a quienes han intentado opacar el brillo de este equipo. Es esta mezcla de talento, orgullo y hambre de respeto lo que convierte al verde en el equipo más peligroso del campeonato.
Ahora, el reto para Nacional es mantener este nivel. Ante Santa Fe, no hubo un solo jugador por debajo de los 7 puntos de rendimiento, un detalle que muestra el crecimiento colectivo basado en actuaciones individuales destacadas. Si este rendimiento se mantiene en la recta final del torneo, Nacional puede posicionarse como el máximo favorito al título.
Esta goleada es un golpe de autoridad que reaviva la esperanza y coloca a Nacional como líder de su cuadrangular. La hinchada verdolaga tiene motivos para soñar, pero el camino es largo y requiere consistencia. La lección es clara: cuando este equipo juega motivado, es imparable.