Por: Juan Felipe Velásquez Echavarría
Atlético Nacional derrotó 1-0 a Envigado en el Atanasio Girardot y sumó tres puntos que lo mantienen con vida en la Liga BetPlay 2025-II. Sin embargo, más allá del marcador, el juego volvió a dejar al descubierto las dudas que rodean al equipo de Javier Gandolfi.
El gol de Juan Bauzá en el primer tiempo, tras una buena pared con Alfredo Morelos, maquilló un rendimiento discreto y carente de identidad. Nacional tuvo el control del balón, es cierto, pero careció de profundidad, intensidad y, sobre todo, de la contundencia que se espera de un plantel armado para competir en lo más alto.
Envigado terminó el partido con nueve jugadores. Sí, nueve. Y aun así Nacional no fue capaz de imponer condiciones con claridad. Ni la ventaja numérica ni el empuje de su hinchada bastaron para ver un equipo agresivo, dinámico y decidido a sentenciar el juego. Las llegadas de Marlos Moreno, Andrés Román y Edwin Cardona fueron aisladas y no obedecieron a un funcionamiento colectivo sólido.
La sensación en el Atanasio fue la misma de los últimos partidos: un equipo predecible, lento en la transición ofensiva y con dificultades para generar sociedades en ataque. Envigado, con todo en contra, se defendió con orden y estuvo a punto de empatar en los minutos finales, un reflejo de la fragilidad de un Nacional que hoy no intimida.
Desde la eliminación en Libertadores, el equipo no encuentra el camino. El golpe anímico fue evidente y el bajón futbolístico se mantiene. El plantel, que en el papel es uno de los más potentes del país, parece atrapado en la confusión. No hay claridad en las ideas de juego y, cuando el plan A no funciona, no aparece un plan B.
El hincha verdolaga, exigente y acostumbrado a equipos que no solo ganan sino que imponen respeto, empieza a perder la paciencia. El resultado ante Envigado suma en la tabla, pero no calma el malestar. Nacional sigue dejando la sensación de que juega a medio gas, sin esa jerarquía que históricamente lo ha caracterizado.
Para un club con la grandeza y las expectativas de Nacional, ganar sin convencer no es suficiente. El equipo necesita reencontrar su esencia y, sobre todo, mostrar carácter. La Liga avanza y los rivales de peso están al acecho. Si no hay un cambio de actitud y de propuesta futbolística, el camino hacia el título se volverá cuesta arriba más rápido de lo esperado.
El calendario no da tregua y los partidos se acumulan. Nacional necesita respuestas urgentes. Las dudas crecen, los errores se repiten y el margen de maniobra se reduce. La hinchada pide fútbol, pide identidad, pide sentir que su equipo compite con la convicción de un grande.
Ganar a Envigado es positivo, pero no borra la realidad: este Nacional no asusta, no domina y no ilusiona. Y mientras el verde no logre levantarse del golpe copero, seguirá atrapado en un limbo peligroso, navegando entre la incertidumbre y la frustración.
