Huila se ha convertido en la bestia negra de Nacional, al ganarle en el Atanasio Girardot, 4 de las 6 últimas confrontaciones.
El equipo opita armado con palos de tabaco, hizo ver muy mal al verde, cuya nómina es millonaria en dólares. Sin embargo no es cuestión de plata: el asunto pasa por el juego. Mientras la visita nunca perdió el orden, con o sin balón, su oponente fue anémico en creación, insolvente en los remates, equivocado en defensa e impotente para gobernar el partido. Los pupilos de Osorio no lucieron ni individual ni colectivamente y terminaron apelando más al orgullo y a los pelotazos, que al buen manejo de la pelota y el terreno.
No funcionaron Copete, Harrison ni Miller, pero el técnico insiste en ellos con la fe del carbonero. Los delanteros no lanzaron rupturas en el área, ni recibieron balones limpios, porque no hay ingenio en la elaboración, ni movimientos grupales para abrir agujeros en la defensa enemiga. No hubo la obligatoria distracción y descarga después de una trenza con el balón y poco a poco el equipo se quedó sin sorpresa, por lo que su fútbol se hizo previsible y controlable. Nacional abrió las bandas muy atrás, como es su costumbre, pero no en los últimos 25 metros, que son los definitivos para el ataque. No existieron las asociaciones por los pasillos centrales. Los jugadores aportaron el corazón, pero quisieron ganar a los tropezones. Así es posible vencer en algunos partidos, pero no es la pócima salvadora, para conservar la alegría.
De un primer tiempo con escalonamiento 3-1-4-1-1, se pasó en el segundo a 2 claros bloques de 5 jugadores (3-2-2-3), uno atrás en defensa y el otro arriba en la ofensiva. Y entre un grupo y otro, una galaxia de terreno, que aprovechó Huila en el segundo gol y que por poco termina en el tercero, cuando llegaron 4 opitas contra la soledad de Arias, como único defensor y salvó el arquero Cristian Vargas. Huila por su parte comenzó con 4-3-2-1 y después del segundo gol, cosió dos líneas de 4, para obnubilar al local.
Los goles llegaron así: 17’, tiro de esquina de Ferreira. Cabezazo en el área de Lozano (otra vez el dolor de cabeza), para un doble cambio de frente, que aprovechó CAMILO AYALA para el 1-0. 73’; balón largo de Carlos Díaz para ELACIO CÓRDOBA quien anotó el 2-0. Miller no agrandó y por eso le ganaron la espalda, Henríquez con su lentitud no cerró y Vargas quedó a mitad de camino. 87’: tiro libre de JUAN DAVID VALENCIA, con rosca y veneno: 2-1. La individualidad, salvando lo colectivo. A propósito de la individualidad: entró Manga en el segundo tiempo y quiso gambetear a todos los enemigos, al banco y hasta a los directivos del Huila. Chocó por no eludir primero y tocar después. Rodin Quiñónes trazó 3 pincelazos sin culminación y el tercer cambio fue Valencia.
Huila que privilegió la defensa a la posesión del balón, logró su objetivo y muy pocas veces se desajustó. Nacional con más iniciativa, pero poco juego, se debatió entre la ansiedad y los desaciertos y por eso su ambición terminó empantanada.
Osorio ha armado un equipo para abrir las bandas (pero por ahora no es profundo) y para juego de contragolpe o para bombardeos en el área (esa debió ser la razón para contratar a los paraguayos). Pero…tratándose de jugar con la pelota, al menos por ahora, queda bajo sospecha.