La estadística nos recuerda que Nacional ha tenido cinco tardes memorables, en cuanto a goles se refiere.
1954 – Nacional 8 – U. Magdalena 1.
1955- Nacional 7 – Cúcuta 0.
1976- Nacional 6 – DIM 0.
2015- Nacional 7- Tolima 1.
2016- Nacional 7- Bucaramanga.
La de éste domingo fue una jornada de toques, caricias a la pelota, movimiento permanente y goles, presenciada por 30161 clientes en el estadio Atanasio Girardot, quienes pagaron $ 742’.750.000,oo. Dianas de todos los gustos y colores : tres de ANDRÉS IBARGÜEN (dos con pierna derecha y una de zurda), en los minutos 12, 28 y 43 ; una de ALEJANDRO GUERRA a los 48’; otra de LUIS CARLOS RUIZ a los 69’; una de ORLANDO BERRÍO a los 75’…y el cierre con ROBIN QUIÑONEZ, de palomita a los 85’. Y en todos y cada uno de los goles, conciertos de tocata y fuga : la tuya y la mía, con arabescos que enrojecieron las manos de tanto aplaudir.
Armani sin exigencias, Aguilar y Davidson impasables, Sebastián el reloj del medio que marcó los ritmos y tiempos del juego, Guerra cerebral como enganche, Ruiz con la asistencia de pases gol, Berrío y Bocanegra ventiladores del flanco derecho e Ibargüen mazo en mano, arrancando desde la otra orilla de la cancha. Es decir inspiraciones individuales, sociedades de grupo que partieron desde las paredes hasta los tacos y disparos, en una velada donde el colectivo verdolaga confirmó que la caída del jueves frente a Millonarios, fue simplemente un resbalón.
Bucaramanga nunca supo qué hacer con la pelota y cuando intentó contragolpear equivocó las entregas. Nacional con una posesión altísima ( 72% en los 90 minutos) demolió poco a poco a la visita, moviendo el balón de lado a lado, hasta que los espacios se fueron dando. El local fue dueño del medio en recuperación y salida, excelente en las triangulaciones y descargas, sólido, veloz, atento y talentoso en la definición y finalización de jugadas…mientras su rival terminó con mirada melancólica, al verse impotente en la creación de vías de llegada. El vencedor siempre atacó al ritmo de un corazón galopante.
Mientras los canarios no alcanzaban a superar las primeras líneas de presión de Nacional, el local trazó finos pases y temibles diagonales: de allí la exuberancia de su fútbol.
Jugadores y aficionados, bebieron en la tarde del 3 de abril de un mismo manantial : el de una felicidad imborrable.
No les parece ???
Escrito por: Wbeimar Muñoz Ceballos.