Nueva jornada en la que Nacional posterga el puntaje ideal para clasificar. Perdió contra Huila, un onceno que lo superó en todas las líneas y pasillos del terreno y le creó más llegadas a posición de gol. El vencedor marcó los goles en tiempos de reposición de cada tiempo. BLANCO a los 46 del primero y ECHALAR en el 47 del segundo. Una derrota sin atenuantes, pero que comprueba que en todo equipo hay titulares y suplentes, por más que la rotación sea beneficiosa para mantener al plantel en altas cotas de producción.
Nacional regresa del Plazas Alcid sin saber a qué huele la loción del arquero Hernández ; mostró jugadores con baja producción (casos Quintero, Páez, Sebastián Pérez, Uribe, Miller y Peralta y un poco contagiado Murillo) ; no le funcionó la idea de actuar con un falso # 9 ( en el primer tiempo envió en esa función a Edwin Cardona) ; no tuvo fluidez en las asociaciones con la pelota y se pasó la mayor parte del tiempo colocando ‘’globitos’’ intrascendentes al área para satisfacción del cancerbero rival. Pareciera haber cambiado el combustible de jet por gasolina corriente.
Huila con una distribución 4-1-4-1, al hacer doblajes en los costados no permitió al ‘’rey de copas’’ que le diera amplitud al juego por los costados, para obtener después la profundidad y lo maniató en los pasillos centrales. El local en el primer tiempo presionó la salida verdolaga y tuvo inventiva para duplicar el trabajo de Neco Martínez. En el segundo, se encomendó a la contra, con transiciones veloces de defensa a ataque, manejando muy bien los ritmos del partido y con latifundios de césped para ganar los espacios. A los opitas le salieron todas las jugadas en las dos áreas e hizo ver a Nacional, como un equipo intrascendente.
Nacional tiene la entrada a semifinales de la Liga Postobón a tiro de cauchera, pero no encuentra todavía a los magos del medio y los cuchillos de arriba que aceleren el proceso. El verde por ahora pasa de gobernante a gobernado. Es cierto que fue una mala noche…pero también que por 90 minutos mal jugados no hay que rasgarse las vestiduras.
Escrito por: Wbeimar Muñoz Ceballos