Por: Juan Felipe Velásquez.
Voy a tomarme un par de párrafos para hacer un preludio al análisis del partido de ayer. Antes de hablar de lo que fue el empate de Nacional en Bogotá, me voy a descargar en unas cuantas líneas. Colombia como país ha sido bendecido con la oportunidad de tener entre su gente a todas las razas. El fútbol colombiano, otro bendecido, ha podido disfrutar de la diversidad; en Colombia podemos encontrar jugadores atléticamente superiores y técnicamente exquisitos. Todo en un mismo país.
Ahora bien, la mentalidad de nuestro fútbol se ha estancado. El constante temor a perder ha hecho que nuestros técnicos y dirigentes se casen con la mediocridad.
Si, si, yo entiendo que todos los DTs quieren ganar, claro que si. ¿Quién osaría a competir con la derrota en mente? Nadie. El querer ganar es una idea innata en el ser humano. El problema radica en que el miedo a perder es más fuerte y sobrepasa todo.
El problema de Nacional, del fútbol colombiano en general, es que se acostumbraron a la idea de “primero nos aseguramos que no se pierda el partido y luego buscamos ganarlo”. En eso puede resumirse los últimos 20 años de fútbol colombiano.
Ayer, luego de ver un segundo tiempo soso y aburrido, el hincha de Nacional quedó con la sensación de que el equipo, desde su idea táctica, se conformó con el empate. Fue muy evidente que si Nacional ponía un poco más de ímpetu y deseo de victoria, hubiese podido superar a Santa Fe sin problema.
¿Tuvimos opciones? Claro que si, pero ello no puede ser vara de medición, pues fue muy evidente que las opciones llegaron desde los arrestos individuales y el contragolpe; las pocas opciones de gol que generó Nacional las generó por el mismo azar del fútbol; porque es más fácil hacer gol que jugar bien.
De mi parte, no me cansaré de denunciar a los proyectos deportivos cobardes. El éxito es para quienes se atreven, para quienes entienden que el fracaso hace parte de la vida y no le temen a perder. No más futbolistas, técnicos y dirigentes conformistas; no más con estas personas mediocres que buscan cumplir con lo mínimo y no se atreven a mirar al fracaso de frente.