RAÚL NAVARRO PAVIATO
Por: Andrés “Pote” Rios
Ser hincha no es quedarse en el presente para esperar un gran futuro. Saber de fútbol, ese misterioso término tan difícil y subjetivo de descifrar, tiene que ir más allá de la estadística y la sapiencia táctica. Conocer el pasado de la institución por la que el corazón late es el principal argumento para entender el resto. Y ese resto, es fundamentalmente la estructura de todo el ADN que compone lo que es Atlético Nacional. Personajes como Raúl Navarro Paviato son un ejemplo claro de lo que fue, es y debe ser siempre nuestro equipo verdolaga.
Hace pocos días, Navarro estuvo en el programa La Tertulia Verdolaga. Desde su casa en Argentina, en compañía de su esposa Elisa (una mujer colombiana maravillosa, que fue reina de belleza) y gracias a la gestión de sus hijos Ale y Sofía, el portero argentino apareció en cámara con la misma grandeza que lo caracterizó bajo los tres palos.
Son un poco más o un poco menos de 78 años los que tiene este cordobés. En cámara luce muy bien. Mantiene su pelo largo, viste todo de negro, en sí, tiene ese halo de rock star que fue el sello característico de lo que fue su carrera como arquero de fútbol profesional.
Su voz sigue siendo muy potente, fuerte, pero con ese tono bello de los viejos que miran hacia atrás, observan sus propias vidas y las relatan con la sabiduría del buen deber cumplido, el aprendizaje de los errores y la satisfacción de la misión vivida.
Su voz, su relato, lo transporta a uno a la Medellín de inicio de la década del setenta. Una ciudad que no era grande aún. Era pequeña, coqueta, con muchos dejos de pueblo, pero con la infaltable amabilidad de sus habitantes. Navarro recuerda que llegó a la “bella villa” no si antes indagar sobre el si era una buena opción el emprender la misión de vivir en Colombia. Su asesor, nada más y nada menos, fue el gran Alfredo Di Stéfano. Sí, “La Saeta” tuvo gran responsabilidad para que el arquero se decidiera por Medellín. “Jugá allá, la gente es muy amable y se vive bien”, le dijo el jugador más grande de la historia del Real Madrid.
Raúl Navarro acató el consejo y de la mano del gran Hernán Botero llegó al club Atlético Nacional. Entrenó en potreros, a veces con un solo balón, vio que no iba mucha gente al estadio, casi no había indumentaria, aguantó, y, con él y otros más, forjaron el inicio de la grandeza verdolaga.
Ahí nació mucho de lo que hoy somos. Ahí, Navarro, encontró una familia que ni la tentación del fútbol español pudo torcer. Y Raúl agradece y muestra una gratitud enorme con este país, con esta ciudad, con este club. Sus ojos brillan, se encharcan de nostalgia. Es una leyenda del arco verdolaga, es un hincha más, es humildad pura, es historia, es Raúl Navarro Paviato ¡Un grande!
*Acá pueden ver La Tertulia Verdolaga con Raúl Navarro