Por: Andrés ‘Pote’ Ríos
Oficio y casta de finalista mostró Atlético Nacional en su primer round de la final de la Copa Águila ante el Once Caldas. Con cosas por mejorar, sobretodo desde algunas individualidades (algo que siempre pasa en los equipos), el engranaje colectivo mostró mejoría, está en alza y luce sólido y con otra cara. Con ese valioso empate, que deja todo abierto para definir el título en el Atanasio, el llamado es para la hinchada, el llamado es a la unidad total e irrestricta hacia la institución.
No importa el torneo, no importa el momento, no importa el pasado glorioso, duro, fuerte o placentero. Importa es sentir esa sensación en el estómago, esas “mariposas” que son más fuertes que las del amor o un despecho.
Importa que jamás nos sintamos anestesiados, avergonzados o, peor aún, que menospreciemos estas citas con la historia. Sí, hemos tenido un año difícil. Nuestras crisis se viven al son de las finales y, como en este momento, de ser líderes de la reclasificación, de estar ad portas de clasificar a las instancias definitivas de la liga y de disputar la final de la Copa Águila.
Así es nuestro ADN, capoteamos los momentos duros al son de los grandes retos, no en la miseria, no en el fondo de la tabla, no al son del ostracismo.
Sí, en ese marco también reconocemos que ya sea por impotencia, apresuramiento, desahogo u otros factores muy humanos, fallamos en muchos juicios, en muchos términos, pero eso nos enseña a diario que como hinchas también crecemos y debemos ser dignos acompañantes de la grandeza que escribe nuestro club.
Y es ahí, desde la humildad y desde nuestro corazón verdolaga, que hacemos un llamado a la unión de toda la familia de Atlético Nacional. No podemos caer en la polarización. Nuestros directivos, nuestros jugadores y nosotros mismos como hinchas, nos necesitamos unidos, firmes como un solo cuerpo, sólidos como un elemento que sabemos infunde respeto en cualquier cancha o lugar. Eso se percibe, se huele, se siente, eso es Atlético Nacional.
Así, con la palabra unión y unidad, Humberto “Turrón” Álvarez logró lo que logró en 1954. Así, con esa premisa de ser unidos, llegó ese equipo bello del 73 y 76. Así, Zubeldía nos enseñó a ser lo que somos.
Así, Cueto y su banda forjaron lo que forjaron. Así, unidos en pro de cambiar el fútbol colombiano, Atlético Nacional de la mano de Pacho Maturana, logró su primera Libertadores y en la década del 90 sembró la esencia del fútbol colombiano en todo el planeta. Así fue como Quintabani y Sachi Escobar pusieron sus ladrillos.
Y así fue como Juan Carlos Osorio y Reinaldo Rueda activaron el chip de la grandeza con la gloria continental. Unidos se lograron todos esos objetivos, la unión es parte de nuestra esencia. Y eso indica que todos somos hinchas, no importa si usted va o no al estadio. No importa si usted vive este color verdolaga a su manera. No importa si usted está a miles de kilómetros.
Lo que importa es que, en sus almas, en sus genes y en sus corazones, la palabra Atlético Nacional esté ahí, con fuerza y orgullo.
¡Unidos verdolagas en las buenas, en las malas, al levantar los trofeos y en la adversidad! Bien lo dice esta frase que es mandamiento verdolaga: ¡Vamos todos juntos, la hinchada y los jugadores! ¡Vamos Atlético Nacional!