Por Andrés ‘Pote’ Ríos
Cuando uno está en una mala racha, llámela crisis o como quiera, todo lo malo que de ahí surja se
potencia más. Usted anda sin plata y justo ahí le llegan y se le aumentan todas las necesidades y
males. Nuestro equipo vive momentos difíciles en todo nivel. En lo administrativo por la salida a la
luz pública de demandas contra el club, la reorganización interna y, por la parte económica que
está difícil. A eso súmele la parte deportiva que ha involucrado todo el asunto del nuevo técnico,
el nivel futbolístico del equipo profesional y el bajo rendimiento de muchos jugadores. No es la
hecatombe, no es la gran tragedia que muchos tratan de potenciar (hinchas mismos y otros,
enemigos del club), no es el acabose, pero sin duda han sido tiempos de alerta, crítica y
preguntarse algo muy valioso que es la estructura misma de la grandeza que Atlético Nacional ha
forjado en su historia: y de nuestro ADN ¿Qué?
El ADN es ese sello único e irrepetible que contiene las instrucciones genéticas usadas en el
desarrollo y funcionamiento de un ser. En este caso, el club como tal en su historia ha forjado un
ADN que lo hace distinto al Medellín, a Millonarios o a cualquier otro club del mundo. Es algo
único. Ese cuento que dice que por tener los mismos colores tenemos una hermandad con otros
clubes, por ejemplo: Banfield, para mí es carreta. En el mundo solo hay un Atlético Nacional de
Medellín, y punto.
Ahora bien, es claro que varios actores del club han empezado a hablar del ADN verdolaga
(nombre de la barra de oriental que presido) y para muchos puede lucir difuso, pero no lo es
tanto.
Partamos de la base administrativa. El equipo en su historia ha contado con presidentes y/o
directivos que marcaron épocas que le dieron un impulso histórico al club. En su momento fue don
Hernán Botero, luego podemos hablar de Sergio Naranjo, Víctor Taborda, Juan Carlos de la Cuesta,
entre otros, pero el top máximo está en don Antonio José Ardila. La historia del club es un antes y
un después de él. A Nacional lo han manejado históricamente hombres de pasión por los colores
verde y blanco, tipos de empresa forjadas en estas montañas que saben lo que es emprender,
sostener y tener éxito empresarial.
Dentro de ese marco son fundamentales dos logros: el éxito deportivo y la viabilidad financiera del
club. No sobra, por enésima vez, recordar que, ante todo, Atlético Nacional es una empresa y
como toda empresa tiene altas y bajas en todas sus fases de negocio, operatividad y día a día. Pero
ahí el ADN que visualizo es el de directivos que se identifiquen con el club, que sientan en el
corazón al club y que su trabajo 24/7 sea por el bienestar del equipo. Ah, y algo fundamental: la
honestidad, la mano firme y siempre visualizar qué va a ser del club en el futuro bajo el manto de
seguir creciendo. El progreso no es negociable, es una obligación.
Hablemos de fútbol. Atlético Nacional siempre ha dictado su filosofía en el marco del buen trato
del balón. Históricamente, bajo el manto de Paternoster, Zubeldía, Cubilla, Maturana y toda su
escuela, Santiago Escobar, Quintabani, Osorio y Rueda, eso ha sido sagrado y se ha mezclado con
algo que va intrínseco en la raza de esta región: liderazgo y entrega total (“verraquera” que
llamamos).
Hoy, cuando estamos a la espera de un nuevo entrenador que nos ayude a encontrar el camino,
hay un perfil definido para ser el DT de Nacional. Ese perfil se ha construido a través del legado de
la historia misma e indica que: tenga preparación, estudio y decencia. Que maneje el grupo con
firmeza, carácter, pero sin tiranía. Que potencie la cantera. Que deje su conocimiento en el club
para el futuro. Que no desfalque al club con cláusulas astronómicas. Que potencie lo que hoy
tiene el club como la sede y el centro de alto rendimiento. Que promueva el buen juego, la
practicidad y el espíritu ganador. Que tenga un mensaje comunicativo claro, humilde pero firme
ante la hinchada. Que tenga temple para capotear las situaciones difíciles y humildad para los
tiempos de gloria. Que sepa de la historia del club, que sepa en qué lugar está. Que piense en
grande. Que tenga buenas relaciones con los medios, el club mismo y sus dirigidos. Que potencie
al jugador de la ciudad, de la región. Que le enseñe a los otros directores técnicos del club que
manejan las inferiores. Que deje un legado digno de la historia del club…
No soy de regionalismos, sé que Nacional hoy es un equipo nacional e internacional. Sé que la
época de los “puros criollos” ayudó a construir cimientos, sé que es difícil tener 11 jugadores top
de la región militando en el equipo titular. Eso no lo pido. Pero si reflexiono y veo que es poco el
aporte del jugador de la ciudad ¿Dónde están los talentos que se hacen en las canchas de la
Floresta, del Alejandro Echavarría, de Castilla, de Zamora, de los barrios en donde el hambre de
gloria pulula y el talento brota? No sobra recordar que de ahí surgieron muchos de nuestros
grandes ídolos. Y creo que el jugador antioqueño aporta compromiso, liderazgo, técnica y
pertenencia. Hay que tener más ¿Por qué el DIM, Envigado y Tolima sí los ven y Nacional no?
Y en el juego mismo. El toque, el ataque, la solidez en defensa con centrales elegantes y técnicos,
arqueros líderes, delanteros, extremos, llámelos como quiera, de picardía, punzantes, potentes,
eficientes, y un 9, siempre hemos tenido goleadores hambrientos, rapaces en el área, tipos que
hacen paredes, gestan la jugada y la terminan. Y ni hablar del 10, del creativo en la historia
verdolaga. Entiendo que el fútbol mundial evoluciona, pero en la medida que siga viendo a un
Hazard, mi esperanza en Nacional de no abolir la figura del 10 es grande. No sobra recordar a
“Turrón” Álvarez, a “La Chancha” Fernández, a Cueto, a Alexis García, a Hugo Morales o Macnelly
Torres. El fútbol de Nacional se ha construido bajo el manto del talento.
¿Que si hay que saber defenderse? Obvio, es la premisa básica de este deporte y cuando Nacional
lo hace, también es parte de su ser. No en vano durante décadas fuimos la estructura defensiva de
la selección Colombia que fue a tres mundiales.
¿Y la hinchada? Ha mutado por el cambio de las formas de ver, debatir y opinar sobre fútbol. Hay
hinchas de redes, hay los del estadio, hay los de ambas vertientes y hay los de antaño. Creo que no
es del ADN del hincha verde el quejarse por todo lo del club, en ver más el vaso vacío que lleno, el
destruir por destruir y, lo peor, el ser más hincha de su verdad que del club mismo solo por llenar
un reconocimiento o falencia que su misma personalidad y formación tienen. Sí, el hincha verde
siempre ha sido exigente, crítico y pide más. Muy válido, pero hay que estructurar el cómo se hace.
y el criterio mismo. Volvernos la “colcha” de críticas y quejas más grande del club, solo afecta al
club. Hay que recordar la humildad, el apoyo incondicional sin dejar la exigencia respetuosa y sin
desbordes. El ADN del club indica que, de la mano de su grandeza, la hinchada debe tener
grandeza. Y la grandeza no es ser los mejores hinchas en las buenas y los peores en las malas. Ese
ADN es de otros…
Dejo estas reflexiones y de nuevo planteó la inquietud: y de nuestro ADN verdolaga ¿Qué?