Se sabía que una remontada en Montevideo no era fácil, pero no que Nacional la haría más difícil, porque en la mayor parte del juego se mostró impotente y extraviado.
Sólo tuvo dos chispazos de Sherman en los primeros minutos, cuando filtró dos pases para Valencia y Valoy, que no fueron aprovechados por los destinatarios. Cuando todos esperábamos un concierto de reggaetón, el verde propuso la cadencia de un bolero y así le fue. Fue un adiós triste de la Copa Libertadores de América, porque en 77 minutos no tuvo magia en el medio, ni remates arriba. Y para sellar la noche, recibió un gol de contragolpe (OLIVEIRA), en el último giro de las manecillas del reloj, que destrozó la esperanza de miles de seguidores.
Comparado con el partido de ida en el Atanasio, Defensor Sporting no mostraba la misma solidez defensiva ni el contragolpe punzante y veloz. Una de las razones de la derrota estuvo en la falta de intensidad del visitante. No hubo amplitud en el juego de las orillas, llegadas al área desde las líneas de volantes y apariciones desde los costados a posición de disparo. Por el contrario se fue facilitando el trabajo del prime triángulo defensivo de los uruguayos (Campaña, Correa, Maldino) al exagerar los centros por elevación. Los balones hacia Jefferson Duque no se jugaban para que el goleador ganara por velocidad y potencia. Toda recepción era al pié y Jefferson que no sabe aguantar el balón para que lleguen los auxiliares, terminaba perdiendo en el mano a mano. El visitante parecía cansado mentalmente y en éstas circunstancias, los gestos técnicos resultan deficientes.
Con un ataque anémico, Nacional buscó soluciones con la entrada de Ángel, Uribe y Páez. No cambió el paisaje puesto que todos los globos que les enviaban, eran desinflados por la defensa local. A Sherman Cárdenas, el faro verdolaga, se le fue acabando la luz y Nacional terminó confundido, jugando al pelotazo como producto más del empuje que de la claridad. Sin juego entre líneas ni mezclas por dentro, los cañonazos sin dirección de arco, frustraron la ilusión. Uno sabe que el verde es más, pero no lo tradujo en la cancha.
Escrito por : Wbeimar Muñoz Ceballos.