Por: Juan Felipe Velásquez.
El Atlético Nacional del profesor Bodmer sigue sorprendiendo a propios y extraños debido a su rápida evolución y a las buenas sensaciones futbolísticas que va dejando. El verde remontó una complicada serie que perdía por dos goles, pero lo hizo jugando bien al fútbol. No debería sorprendernos, pero venimos tan acostumbrados a partidos tan mediocres con técnicos anteriores, que ganar y gustar se ha vuelto sorpresa en Nacional.
El Atlético Nacional saltó al campo con un módulo base estructurado en una defensa de línea impar. El sistema elegido por el técnico fue el 5-3-2, con carrileros que marcaban la amplitud por banda, interiores con funciones mixtas en ataque y defensa, como dos atacantes centro delanteros clásicos, nueves de área, que supieron balancear su posición para poder complementarse en la medida en que uno de ellos retrocedía algunos metros, el otro fijaba centrales rivales.
Evidentemente, Nacional le apostó a una formación espejo para encarar este partido, es decir, copiando el mismo módulo de su rival. Esto simplemente para propiciar duelos 1 vs. 1 en todos los sectores del campo y la estrategia estaría en las ventajas cualitativas. Sin embargo, Nacional supo moverse tan bien dentro del campo que logró también ventajas numéricas posicionales.
El partido no fue tan claro para Nacional en cuanto a dominio se refiere porque el Pereira plantó cara desde lo físico y lo atlético, pero Nacional fue paciente y, lo que personalmente más me gusta, es que supo leer cada situación de ataque para interpretar lo que la jugada pedía sin necesidad de utilizar su filosofía de juego como una camisa de fuerza. Nacional supo contratacar vertical, pero también dominó el balón desde la posesión y consecuencias de pases prolongados para atacar de manera más paciente.
Todos los hinchas estamos preocupados por el supuesto proyecto deportivo que esta dirigencia pretende vendernos, porque, en el fondo, todos somos conscientes de que el proyecto deportivo es para vender y no para campeonar, pero hay que decir que el actual técnico del equipo lo está haciendo maravillosamente y empieza a mostrar que en el fútbol se puede ser estético y eficiente a la misma vez. Queda desestimado el discurso que nos condenaba al mal fútbol y que pretendía convencernos de que primero era ganar y luego jugar bonito. Esa mediocre excusa para darse licencia de practicar mal juego no es permitida en esta institución.
Los buenos técnicos entienden que jugar bien y jugar bonito no son factores excluyentes y que pueden convivir en la misma ecuación, esa ecuación que todo hincha de Nacional de antaño solicita y exige porque es la filosofía que lo identifica y que lo enamoró desde un principio.