Para ganar un partido hay que acertar en los noventa minutos. Para perderlo, bastan uno o dos errores. El Nacional que jugó ésta noche en El Campín, ante 32791 espectadores, tuvo un primer tiempo en el que pudo matar y un segundo plagado de pestañeos e impotencia, lo que ratifica que en el mundo no existen equipos perfectos.
En la etapa inicial Millonarios quiso tomar la iniciativa con la circulación de balón iniciada por Jonathan Estrada, con la permuta de posiciones entre Rangel y Nuñez y las apariciones sorpresivas en el área rival de Macállister Silva. Atacó con frecuencia la zona derecha, puesto que Nacional había improvisado como lateral izquierdo a Bocanegra, aunque resolvió el partido en el lado opuesto. Practicó un juego corto y combinativo, mientras que el conjunto antioqueño se inclinó por un estilo más vertical, pensando seguramente en la velocidad del trío Marlos- Ibarbo- Copete, pero las cosas no funcionaron porque el verde fu errático en los remates.
Nacional avanzó gracias a un automatismo repetido : balones de soporte a un compañero retrasado y de inmediato balón de penetración a espaldas de la línea enemiga que salía a marcar. Marlos falló tres remates dentro del área y Macnelli dos. Un desperdicio, que casi siempre cobran de contado los adversarios, con el correr de los minutos. Millonarios también creó situaciones de peligro con Robayo, Silva (2) y Núñez, pero en remates de media distancia, facilitados por Mejía y Arias, quienes no acosaron al poseedor del balón en su zona de recuperación.
Fue más punzante Nacional porque pisó con mayor frecuencia los 16.50 de Vikonis y Millonarios se diluyó cerrando el primer segmento, porque Estrada dejó de repartir caramelos a sus socios Silva- Rangel y Núñez.
En el segundo tiempo cambió por completo el paisaje. Millonarios subió sus líneas a campo del rival, le robó la posesión de la pelota y lo sometió a una presión alta y atosigante. Dejó a Nacional sin salida, sin balón y sin espacios de maniobra. Los embajadores recuperaron el cuero muy cerca de Armani ( el único para aplaudir en Nacional) y volvieron una y otra vez, hasta que obligaron a dos errores, A los 56’ Henríquez ( vaya usted a saber que hacía como lateral derecho en ese momento, porque no son buenas las coberturas largas) quiso salir jugando un balón desde el fondo. Por la presión ajustada, se equivocó, le robaron la billetera y en una jugada entre Núñez y SILVA, éste último decretó el 1-0.
A los 64’ le repitieron la dosis a Nájera. Con doblaje le quitaron el balón que quiso jugar muy cerca a su área y Rangel habilitó a SILVA, para el 2-0. Los anfitriones primero dominaron el balón y luego buscaron profundidad.
Nacional entró en un caos increíble. La pelota la perdían en un dos por tres ; Ibarbo se hizo expulsar faltando un cuarto de hora ; sus jugadores entraron ofuscados a pelear con los adversarios y a reclamarle al árbitro, en vez de jugar…y con el 0-2 en contra todo fue neblina y confusión. Queda como anécdota en el único buen ataque que hicieron los verdolagas en el segundo tiempo, el gol de BERRÍO para el descuento cuando ya se jugaba el primer minuto del tiempo de reposición, con acciones previas de Mejía y Ruiz.
Mientras Millonarios fue agresivo en acoso y marcas, Nacional se hizo irreconocible. Macnelli despareció en su obligación de organizar las excursiones hacia el arco de Vikonis. Los delanteros quedaron desconectados como si hubiesen muerto en combate. El medio campo estuvo desértico (nada de recuperación) . Perdió la posesión, la posición y la asociación. Y con el pitazo final los verdes respiraron profundo porque se salvaron de cuatro llegadas más, protagonizadas una por Núñez y tres por Rangel, incluído un disparo que pegó en el palo.
Ganó bien Millonarios al encender las luces en el segundo tiempo y a Nacional lo afectó el racionamiento de una energía que embolató.
No les parece ???
Escrito por Wbeimar Muñoz Ceballos