Fotos: Atlético Nacional Oficial.
Por Andrés ‘Pote’ Ríos
Parte del ADN de Atlético Nacional tiene como estructura el ser una institución que en las adversidades adquiere fuerza y regresa más sólida para seguir construyendo su grandeza. Lo sabemos desde que lo inculcó “Turrón” Álvarez. Generación tras generación así ha sido, y, en la hinchada, es un ejemplo que también se ha dado y se ha recibido. Tras 201 días de ausencia en competencias oficiales en medio de una situación dura y única en nuestra historia, el club más grande del país regresa.
En 1990 la Conmebol, en alianza con el club brasilero Vasco Da Gama, armó una “novela policiaca” para revertir una eliminación que Nacional le había infringido en franca lid a los brasileros por los cuartos de final de la Copa Libertadores. Empate a cero en el Maracaná y luego un triunfo dos a cero en el Atanasio Girardot, fue la dosis que el campeón de la Libertadores le aplicó al club de Rio de Janeiro.
Al son de mil versiones fantasiosas que iban desde amenazas con armas de la fuerza pública hasta la sospecha de doping de los puros criollos, la Conmebol borró de tajo estos resultados y obligó a repetir el partido en Santiago de Chile.
Herido en su amor propio, armado de berraquera y buen fútbol, los verdolagas le repitieron el repaso a los dirigidos por un muy quejetas Mario Zagallo, y los vencieron con un gol de Niver Arboleda (qepd). A falta de una eliminación, Atlético Nacional le repitió la dosis a Vasco Da Gama, y eso será eterno en la historia.
Al año siguiente de nuevo la Conmebol dejó sin sede a Nacional y lo mandó, junto al América que también recibió la misma sanción, a deambular por varios países para disputar otra versión de la Libertadores. Estados Unidos y Venezuela fueron las “sedes” de los antioqueños que, a pesar de la adversidad, llegaron por tercer año consecutivo a semifinales.
Recordemos también el año 2011 en donde nos tocó otra vez vestirnos de nómadas para competir. Estuvimos en Envigado y Cúcuta y, al final, pudimos ser campeones en el Atanasio.
Ahí y en otros escenarios vividos, estuvimos los hinchas y el equipo jamás se sintió huérfano. Ahora bien, este 2020 es algo salido de cualquier raciocinio. El 8 de marzo Nacional empató en Bogotá con Santa Fe y se “congeló” durante 201 días al son de una se las situaciones sociales, económicas y mentales más duras de nuestra historia. Incomparable…
Durante este tiempo hemos visto como nuestras camisetas quedaron colgadas o fueron usadas para vivir los días de cuarentena. El encierro, bajo el manto del miedo al virus ese, se trató de reconfortar viendo videos de títulos y gestas de antaño, buscamos sosiego con programas como La Tertulia Verdolaga o con los videos nostálgicos y valiosos de Nacional es Pasión (entre otros productos de cuentas de hinchas), y todo nos llenaba por momentos.
El equipo no estaba, o, mejor, estaba al son de fragmentos del ver a Andrade, Jarlan o Candelo al son de entrenamientos en la sala de sus casas, en un jardín o montados en una bicicleta estática cerca de sus cocinas. Y sí, ellos estaban igual que nosotros, fuimos iguales al son del virus.
Amar no es solo darse besos y vivir los gozosos. No, amar es sobreponerse a la adversidad que le pone la vida al mismo amor. Es saber sortear las zancadillas que quieren separarnos, por eso encontrar el verdadero amor es difícil y sostenerlo es más loable aún. Eso nos pasa contigo, Atlético Nacional y toda esta situación nos confirma que vos estuviste para nosotros y, nosotros, la gran hinchada, siempre estuvimos ahí, a tu lado.
201 días después, regresas, vuelves. No podremos estar en el Atanasio. Estarán los trapos de cuatro asociaciones: Comunidad Verdolaga (oriental y occidental), Los Del Sur, Ubanal (occidental) y Pueblo Verdolaga (norte), todos los frentes del estadio tratando de estar presentes en un pedazo de tela que vale oro; y estarán también fotos o videos de hinchas en las pantallas del estadio. Todo vale y suma en la representación de una hinchada única, leal y fuerte.
Hoy entendemos con más claridad y empatía a esos hinchas que por cualquier motivo no han podido estar en el Atanasio. Los que viven a Nacional desde lejos (Bogotá, Nueva York, La Ceja, el barrio, la ciudad o el país que sea). Hoy entendemos que hay valorar cada momento que hemos vivido en el Atanasio al son del sol, la lluvia, la alegría o la tristeza. Valorar cada momento, cada abrazo, cada grito, cada putazo, cada mareo por cantar con el alma un gol verdolaga
Hoy vuelves, más grande por como manejaste esta situación de pandemia. Hoy vuelves, equipo amado, y estas expresiones, que son ADN nuestro, cobran mucha relevancia: ¡Soy del verde, soy feliz, juntos, la hinchada y los jugadores, volveremos!
