FOTO:ATLÉTICO NACIONAL OFICIAL.
Por:Andrés “Pote” Rios
Doctor Jekyll y el señor Hyde es una novela escrita por Robert Louis Stevenson y es conocida por ser una representación vívida de un trastorno psiquiátrico que hace que una misma persona tenga dos o más identidades o personalidades con características opuestas entre sí. Eso me remite a lo que hoy nos muestra Atlético Nacional.
Como si fuéramos una novia fea y complicada, la hinchada de Atlético Nacional un día es seducida por un equipo aguerrido que lo da todo en la cancha y le gana a sus rivales más fuertes y, tres o cuatro días después, con desdén y a veces soberbia, cambia, nos da la espalda, juega contra equipos inferiores, nos saca la lengua y muestra otra faceta distinta en la que nos castiga con un fútbol pobre y una actitud opuesta, la de la desidia.
Y es en este carrusel de emociones, del pasar de la alegría a la tristeza o viceversa, que este equipo es un total enigma. Un día nos pone a opinar una cosa – yo he caído en ese mar de contradicciones- que sí, que la curva de rendimiento ya va para arriba, que sí, que este equipo ya adquirió la mística y la unión y se encamina hacia un rendimiento óptimo, que sí, que todo es color rosa ya, que las aguas están tranquilas, que sí, que ya hay un respiro ante tanto lío y nos vamos a dedicar a ganar. Pues no, a los tres o cuatro días, la ilusión se diluye, vuelven los fantasmas y Nacional es otro, juega horrible y realiza partidos penosos contra rivales inferiores y cae estrepitosamente. Casos puntuales: Pasto, Rionegro y Envigado.
FOTO:ENVIGADO FÚTBOL CLUB.
Pero lo de Envigado es un capítulo aparte en el marco de la montaña rusa de la desazón. Le ganan con alma, buen juego y actitud al DIM y al América y, luego, muestran lo opuesto ante Envigado. Y lo peor, caen goleados, vapuleados y humillados. Y lo más re peor: en el día del cumpleaños del club.
Y sí, fue un penal inexistente iniciando el partido el que trastoca los papeles. Y sí, Envigado en el primer tiempo no hizo más que aguantar, luchar, llevar el juego al plano de lo físico y de las faltas. Y sí, Nacional dominó, tuvo el balón. Y sí, Nacional cayó redondito, cuál atún ingenuo, en la red naranja y mordió el anzuelo. Y sí, el equipo verde optó por jugar por el centro por el desespero mismo. Luego optó por las bandas y tampoco. Luego se diluyó, se diluyó y de cabo a rabo Eduardo Lara le ganó la partida táctica a Pablo Autuori.
Y ya no solo fue un gol de penal inexistente para tratar de excusar el papelón. Fue el segundo, fue el tercero y fue el cuarto. Una penosa y vergonzosa presentación de los jugadores de Nacional. Una lección de humildad. Una cachetada, no, cambio el término, una pela a punta de correa en las mimadas nalgas verdolagas. Porque hay formas, perder es un camino, pero la forma de perder ante Envigado es pírrica y da para salir del campo de juego con la cara en los guayos, no en lo más alto del cuerpo.
FOTO:ENVIGADO FÚTBOL CLUB.
Un día sí, un día no. ¡Dejen de joder! ¡Sean serios! Esto es Nacional y acá hay que respetar la historia, el escudo, los colores y una hinchada. A diferencia de un Envigado que merece todo mi aplauso y que navega aguas turbulentas luchando por el descenso y que sus jugadores viven en la austeridad, en Nacional a sus jugadores nada les falta, antes les sobra, los cuidan y consienten como a tesoros, pero en el campo de juego, el de la jerarquía fue el naranja, el chico en actitud y pundonor fue el verde, el burgués…
Da rabia y mucha. No se salva ninguno, de pronto las gónadas que pone Sebastián Gómez, pero ante esa goleada, ante ese papelón, todos merecen el regaño y la pena. Fue, repito, penoso.
No más portarse como un equipo adolescente que un día tiene un temperamento y al cabo de un tiempo otro. No más pubertad futbolística ¡A portarse como jugadores hechos y derechos a los que nada les falta! ¡Nosotros los hinchas merecemos respeto!