Por: Juan Felipe Velásquez.
Fecha tras fecha, la hinchada de Nacional es testigo de cómo aparecen detalles ridículos en cuanto al manejo y dirección de Atlético Nacional como institución deportiva.
Y es que el último año ha sido un trago amargo para quienes amamos al club, porque más allá de lo deportivo y el rendimiento futbolístico, cada semana hay una acción o decisión de la dirigencia de Nacional que nos llena de desilusión y nos hace cuestionarnos sobre el futuro de Atlético Nacional.
Pero antes de profundizar en esta sospechosa actitud de la dirigencia del equipo, hay que hablar del rendimiento deportivo y el planteamiento táctico con el que Nacional enfrentó a Millonarios este fin de semana. Siempre me puse en la tarea de hacer más digerible para usted, estimado lector, el tema táctico y estratégico del fútbol, sobre todo aquel que involucra a Nacional; pero es que hablar de táctica o estrategia en un equipo tan plano, vacío, insulso y simple como el Verde Paisa es prácticamente imposible.
Ya van dos o tres meses desde que dejé de interesarme en el análisis futbolístico de este equipo, porque realmente no hay nada que pueda rescatarse a nivel colectivo. Nacional es un conjunto que reúne a 11 jugadores en cancha y espera que uno o dos de ellos estén inspirados para poder obtener un resultado a favor. La táctica y estrategia de Nacional se reducen a esperar a que algún héroe esté de buen humor para superar al rival.
Es por eso que Nacional puede llegar a superar a equipos de media tabla. De hecho, sus mejores resultados han sido ante equipos que no aspiran a nada realmente importante durante un año de competición. Esto me deja muy claro que Nacional, sin tener la mejor plantilla del fútbol profesional colombiano, cuenta con jugadores con la calidad suficiente para resolver un partido a su favor apelando al talento individual y desechando a toda costa el rendimiento colectivo. En Nacional, todo se reduce al talento de uno o dos jugadores por partido.
No importa qué jugador, puede ser Kevin Mier atajando ocho o nueve pelotas de gol por partido, John Solís empujando al equipo desde su posición de medio campista, Dorlan Pabón pateando desde media distancia, Oscar Perea esquivando rivales a sus 16 años o Jefferson Duque sumando y sumando goles en su paso por este equipo.
Lo preocupante llega cuando Nacional enfrenta a un rival realmente bien trabajado; cuando Nacional necesita recurrir a lo colectivo porque lo individual no es suficiente. Entonces es cuando el equipo se ve inmensamente superado y nos damos cuenta de que la cruda realidad es que este equipo, si es que se le puede llamar equipo, no es capaz de afrontar grandes responsabilidades y mucho menos superarlas.
Me duele que los jugadores se vean envueltos en este duro juicio por parte de nosotros, los hinchas, porque al final son quienes han logrado mantener medianamente a flote este desastroso barco que cada vez naufraga más en el antifútbol. La verdad es que no tengo una sola queja o una sola duda respecto al compromiso de ellos como profesionales, pero las decisiones de los DTs o de directivas en Atlético Nacional son erráticas constantemente; es así como se juzga a un equipo: a todos y no solo a unos cuantos. Eso es ser un verdadero equipo, enfrentar la derrota y disfrutar la victoria, no como individuo sino como un colectivo.
Porque en Nacional ya no solo es la paupérrima toma de decisiones tácticas y estratégicas de Autuori, Amaral o el siguiente director técnico que llegue; ahora es un conjunto de decisiones erráticas desde lo dirigencial que nos hace pensar que se busca destruir (adrede) al equipo para que la hinchada más grande y numerosa del país se aleje cada vez más.
La directiva está constantemente vendiéndonos el argumento de que Nacional continúa en un déficit financiero importante, pero luego hacen cualquier cosa por seguir destruyendo la marca, la institución, por desvalorizar el activo intangible más importante con el que ha contado Nacional en los últimos 20 años: un modelo deportivo en Colombia muy superior al resto de los competidores.
Nacional era la envidia de todos los clubes en Colombia porque era hegemónicamente ganador y superior en este país, tanto en lo deportivo como en lo dirigencial. Hoy en día, Nacional es el hazmerreír y la burla de hinchas y directivos del FPC, y no nos queda más que presenciar cómo se devalúa y deprecia ese intangible que tanto costó construir.