FOTOS: CORTESÍA DIMAYOR
Por: Juan Felipe Velásquez.
¿Alguien necesitaba confirmación? ¿Alguien tenía dudas de la realidad pavorosa de Nacional? Todos sabíamos de antemano que el equipo no estaría a la altura del clásico de la ciudad porque se enfrentaba a un conjunto bien entrenado, superior colectiva e individualmente hablando.
Nacional tenía ante sí mismo un partido de esos en los que el resultado no iba a llegar por inspiración individual. Era un partido que solicitaba un planteamiento valiente, inteligente, voraz, pero sobre todo, era un partido que necesitaba al verde en sincronía grupal.
Nacional ha faltado de todo eso y, como de costumbre, una nueva derrota en un partido importante. Ganarle solo a equipos de media petaca se volvió el contentillo de la institución. Con eso les basta y no se aspira a mucho más.
Ya todos intuíamos este panorama y, para aquellos que aún dudaban, la confirmación fue el partido de ayer.
Nacional sale al campo con un 4-2-3-1 de manual. Mejor dicho, de repetido manual. Nada nuevo, nada distinto, nada novedoso; por el contrario, predecible, repetitivo y poco creativo. De hecho, parece que Jhon Duque y Robert Mejía serán los titulares indiscutibles en lo que queda del torneo. Eso si, indiscutibles por falta de más jugadores en esa posición, pero no por rendimiento.
Pero no quiero ser injusto. Los jugadores trabajan con las herramientas que los jefes les proveen. El cuerpo técnico de Nacional es apenas notable. podría estar o no estar. Su aporte es nulo, pero si me apuran, diría incluso que su aporte es negativo. El actual director técnico de Nacional no suma, pero si resta.
Honestamente, jamás vi algo semejante. 25 años viendo al equipo y, con todos los altibajos vividos, con todas las campañas presenciadas, con tantos partidos sufridos, es la primera vez que me toca ver cómo un cuerpo técnico es un obstáculo más para los jugadores.
Nacional gana, cuando gana, pese a las horribles decisiones y manejos de las directivas y cuerpo técnico. Es una situación bizarra que va en contra de toda lógica y sentido común.
Duque y Mejía se superponen en el campo, las contrataciones aún no brillan, los canteranos cada vez juegan menos, las lesiones están al orden del día, la defensa hace aguas en cada ataque y los goles solo llegan por las casualidades del fútbol.
¿Rescatable? El de siempre: Kevin Mier. El arquero verdolaga ha dejado de ser promesa a ser una realidad del fútbol colombiano. Ah y que no se me pase alabar, también, el trabajo de Juan Felipe Aguirre. Que mariscal defensivo; que portento impenetrable; que jugador lleno de actitud y virilidad.
Pare de contar, con ellos dos, lo positivo de Nacional y meta el resto de elementos, futbolistas, cuerpo técnico y directivas en el cajón de lo malo.