Por : Juan Felipe Velásquez Echavarría.
Atlético Nacional empató 2-2 frente a Fortaleza CEIF en el Atanasio Girardot, por la séptima fecha de la Liga BetPlay II-2025. Fue un partido que dejó sensaciones encontradas: por un lado, la aparición salvadora de Marlos Moreno, que evitó una derrota en casa; por otro, la confirmación de que la plantilla actual no ofrece las garantías necesarias para competir con la misma seriedad en dos frentes.
La decisión de Javier Gandolfi de darle descanso a varios de sus habituales pensando en el duelo de Copa Libertadores contra São Paulo fue lógica en el papel, pero terminó costosa en la práctica. El once alternativo nunca logró imponer condiciones y terminó expuesto ante un Fortaleza bien plantado, que aprovechó los errores verdolagas para rozar una victoria histórica.
El primer gol llegó por accidente: un autogol insólito de Jhon Balanta al minuto 21, que adelantó a Nacional en el marcador sin merecerlo demasiado. Pero lo que debía ser un impulso terminó convirtiéndose en un espejismo. Fortaleza reaccionó y golpeó con fuerza: al 36’ empató Emilio Aristizábal, hijo del ídolo Víctor Hugo, un tanto que dolió el doble por el apellido y por el cariño que la tribuna tiene hacia su familia. Apenas tres minutos después, Yesid Díaz firmó el 1-2 tras una asistencia magistral de Andrés Ricaurte, silenciando al Atanasio y dejando en evidencia la fragilidad de un equipo alterno que no encontraba respuestas.
Para el segundo tiempo, Gandolfi no tuvo otra opción que mover el banco. Entraron Edwin Cardona, Jorman Campuzano y Marlos Moreno, tres de los que llevan el peso del equipo en las noches grandes. Y la diferencia fue inmediata. Nacional adelantó líneas, se adueñó del balón y comenzó a jugar en campo rival.
El premio llegó al minuto 80: Alfredo Morelos envió un centro preciso y Marlos Moreno apareció con un cabezazo impecable para poner el 2-2 definitivo. Fue el gol del alivio, más que de la celebración. Moreno, aunque todavía no está en plenitud física, demostró que su categoría como campeón de América sigue intacta y que, en la liga local, puede desequilibrar con su gambeta y su talento natural.
El empate dejó aprendizajes claros. El primero: Nacional sigue siendo un equipo corto en nómina. Hace tiempo se sabe que son 12 o 13 jugadores en nivel competitivo, y más allá de ellos, el nivel baja de forma considerable. Esa diferencia quedó expuesta contra Fortaleza.
El segundo: la defensa preocupa. La lesión de César Haydar, uno de los refuerzos de este semestre y principal alternativa en la zaga, se convierte en una alarma seria para el cuerpo técnico. Con un calendario apretado y una serie internacional por jugar, perder variantes en la línea de atrás puede costar demasiado caro.
El tercero: el equipo depende de la jerarquía individual de sus figuras. No hay un funcionamiento colectivo consolidado que permita suplir las ausencias. Cada vez que Nacional necesita resolver, la responsabilidad recae sobre los mismos nombres.
En medio de la frustración, hubo un capítulo aparte: el gol de Emilio Aristizábal. El apellido inevitablemente despierta emociones en la hinchada. Hijo de Víctor Hugo, goleador histórico y referente eterno, Emilio mostró que el talento lo acompaña y que, aunque hoy viste los colores de Fortaleza, merece un lugar en el futuro verdolaga. Su calidad está comprobada y, más temprano que tarde, debería regresar a casa. Nacional no puede dejar escapar a un delantero que lleva en la sangre la mística del club.
El partido ante Fortaleza debía ser un trámite superado con victoria, pero se complicó. Lo que viene ahora es infinitamente más trascendental: la visita a São Paulo por la Copa Libertadores. Allí se juega el año completo. El 0-0 de la ida dejó la serie abierta, pero también dejó la sensación de que Nacional perdió la oportunidad de llegar a Brasil con ventaja. Ahora la obligación es clara: ganar en territorio carioca. No hay margen de error.
Este empate debe servir como advertencia. Nacional no puede darse el lujo de repetir la tibieza ni de depender exclusivamente de individualidades. La Libertadores exige concentración, carácter y un rendimiento colectivo a la altura de su historia.
El empate contra Fortaleza dejó un sabor amargo. Se perdió la posibilidad de llegar con un triunfo que reforzara la confianza antes del viaje internacional, se confirmó la falta de recambio en la plantilla y se encendieron alarmas con la defensa. Sin embargo, también se reafirmó que jugadores como Marlos Moreno aún pueden marcar diferencias y que, cuando los titulares pisan el campo, el equipo tiene otra cara.
La cita contra São Paulo es la verdadera prueba de fuego. Nacional no puede fallar. Los hinchas lo saben, el plantel lo sabe y la historia lo exige. El empate en Liga queda atrás: ahora comienza la serie que definirá si este 2025 será recordado como un año de frustraciones o como el año en que Nacional volvió a hacerse grande en el continente.