Jefferson Duque, regresó como lo hacen los grandes, se lanzó en busca del balón y de cabeza marcó su territorio con un golazo que puso a celebrar a toda la hinchada verdolaga, era el contundente tres por uno, en una tarde de clásico para el verde.
Desde que comenzó a calentar para su ingreso, el público comenzó a alentarlo coreando su nombre, volvía el goleador, el jugador de total empatía con la hinchada Nacionalista, el de los goles para titulo, el de goles de clasificación, el que se entrega totalmente en la cancha y pelea cada balón, por eso aquel recibimiento era tan especial.
La ceremonia, que había comenzado con el calentamiento del jugador, tuvo su punto de máxima efervescencia cuando al minuto 40 del segundo tiempo, Jefferson Duque marcó el tercer gol del partido, no sólo fue un bonito gol, no sólo fue una buena jugada, fue el sello del amor entre la hinchada y el goleador, ellos lo habían coreado para entrar, ellos habían añorado su regreso, ellos lo habían pedido, él les correspondió con lo que sabe hacer, su entrega y su gol.