Ganó Medellín no solo porque atacó más con base en una mayor posesión del balón (60% por 40%) y tuvo superiores opciones de gol, sino también porque supo encadenar a Nacional en zonas de salidas desde el fondo (caso de Murillo y Henríquez) iniciación de juego intermedio (acosando a Mejía, Chará y Sebastián), sector de creación (Macnelli y Marlos) y en la culminación de remates (Jéfferson).
Nacional no pudo armarse colectivamente y quedó reducido a una espera en sus trincheras donde amarró a Farid y Alcatraz, mientras el rojo hilvanó mejor juego, teniendo la movilidad constante y el pase acertado como banderas.
Con una gran convicción mental, el equipo de Leonel salió desde el pitazo inicial a proponer fútbol asociado en territorio enemigo, con buen volumen ofensivo, mientras su adversario en los pocos contraataques que intentó, no sumó mucha gente, siendo absorbido por la defensa que ajustó cinco partidos con el arco en cero y la delantera con diez goles en las vallas enemigas. Presionó colectiva y grupalmente de acuerdo con las circunstancias, enlazó líneas y pasillos y pese al desgaste físico no desfalleció nunca en su esfuerzo.
En noventa minutos el Medellín creó peligro en siete ocasiones frente a Armani, por intermedio de Fabra en dos oportunidades, Hechalár en otras tantas, Goma y Marrugo también llegaron punzantes y JUAN FERNANDO CAICEDO ajustó la cuenta a los 69’, con el tanto de la victoria. Nacional se arrimó tres veces con Jéfferson, pero entre David González y Jorge Arias, le desbarataron los planes.
Dos clásicos en los que Reinaldo Rueda ha sido más cauteloso que atacante, han terminado con el marcador 0-1 y Medellín con altas dosis de ambición y fuego, lo sitúa ahora en la necesidad de ganar el próximo domingo en la antesala de la final.
Los rojos salieron a comerse el mundo y los verdolagas no encontraron fórmulas para sus acostumbradas transiciones de defensa a ataque, ni pudieron frenar el mayor esfuerzo del oponente. Cuando en los últimos 20 minutos Nacional quiso adelantar sus líneas e ingresó a Berrío, Bernal y Guerra, Medellín mostró algo de cansancio pero siguió intacto en su fútbol, incomodando una y otra vez a Franco Armani.
Los doblajes de Mosquera y Arias, borraron la picardía de Marlos. El trabajo de Torres y Didier, tanto en filtro como en conexión con la gente de arriba, estuvo por encima de las intenciones de los mediocampistas del verde. Hechalár, Marrugo y Caicedo siempre declararon la guerra y se multiplicaron buscando buenos recorridos en el último cuarto de cancha, hasta lograr el objetivo en forma perseverante.
En las huestes escarlatas, todos corrieron, lucharon, se ayudaron y jugaron. En Nacional más de uno quedó en deuda, por la superioridad de un rival que fue más activo, impetuoso y reiterativo en conservar y circular bien la pelota.
40716 gargantas se abrieron para cantarle a la alegría, porque saben que van un paso adelante. El domingo a las 5:00 pm Nacional está obligado a una propuesta diferente, puesto que ya sabe que el DIM no es una pera en dulce.
¿No les parece.?