Por: Andrés ‘Pote’ Ríos
Casi cuarenta unidades de trabajo cumple este Atlético Nacional en la segunda era de Juan Carlos Osorio. Dentro de ese margen, al son de las novelas que nunca faltan en el planeta verdolaga, el equipo continúa en construcción, asimilando la idea, mecanizando conceptos en situaciones reales de juego y, en algo fundamental, potenciar la toma de buenas decisiones por parte de los actores primarios de este deporte: los jugadores.
Es así como temas como la partida de Nicolás Hernández o la sanción al profesor Osorio tras una salida en falso que él mismo ha reconocido, han sido los temas que siguen hidratando el debate, tanto desde el frente de los hinchas y el periodismo local, como desde la prensa nacional (Bogotá) y los rivales en el marco de la exageración, el pedir más castigos y buscarle la “comba al palo” en temas que relacionan a un personaje como Osorio y al club más grande de este país.
Lo anterior, cosas de cada semana y, muy seguramente, mientras plasmo estas letras, otra novela se estará gestando. Ya es costumbre. Ahora bien, el fútbol, el balón, lo realmente interesante.
A nivel del rendimiento colectivo, quitando el amistoso contra Lanús, los juegos contra Santa Fe y Bucaramanga mostraron lo mejor hasta ahora del sello Osorio. Un equipo con una idea clara de presión de juego en campo rival, de asfixia, presencia en zonas con superioridad numérica y desdobles al ataque rápidos, sin confundir velocidad con la meta de buscar los mejores caminos para generar peligro en el arco rival. No en vano, el club verdolaga ha generado casi 60 remates al arco en lo que ha disputado del semestre. Y sí, se ve, Nacional busca salir jugando desde los pies de su arquero, de centrales finos con el guayo, de triángulos con el volante cinco y los mismos defensores y del rombo clásico del profe que se modifica de acuerdo a la situación y ubicación del juego mismo.
En resumen, como bien lo ha enseñado Osorio: eficiencia para llegar a la eficacia a través de dinámica, toma de buenas decisiones y un “desorden” con orden. Para mejorar, que así se hará, el regreso y la forma de pararse cuando se pierde el balón y el rival mete el acelerador, a veces no quedamos bien, sin decir que por lo regular, hay superioridad numérica. Pero en sí, es otro Nacional, se denotan cosas mejores, y algo, que va más allá de toda táctica: hay alegría y disfrute del juego mismo.
Creo que el juego en el que el equipo lució un poco incómodo fue ante Jaguares. Ahí se dio un “experimento” en la zona posterior y el primer triángulo (dos centrales -Moya,Reyes- un volante -Perea), tres atrás adicionando a un Muñoz jugando con perfil invertido, un poco más adelante, de ida y vuelta, Mafla también invertido en su perfil. Fueron 30 minutos en los que no fluyó el equipo y el rival se atemperó, a pesar de la ventaja tempranera verde. Rectifica el cuerpo técnico y Nacional mejora, impone, pero no es eficaz.
Más allá de irme nombre por nombre, cada unidad de juego del equipo se atesora como un paso más en la consolidación de la idea, una idea que debe ser clara para cada ficha, y en eso, Osorio es maestro. Vamos bien, recuerden, paciencia, la grandeza se construye paso a paso y a través de la dificultad. El facilismo es para los mediocres, los unánimes.
