Por: Andrés ‘Pote’ Ríos
Hay algo en un equipo de fútbol que genera más tristeza que una goleada, un bajo nivel futbolístico o un mal manejo directivo, y es ver una hinchada alejada de la palabra unión. Y sí, es triste ver como la hinchada de Atlético Nacional, el principal activo del club, va de tumbo en tumbo en el marco de la desunión, la polarización y algunos debates, que la verdad, son bastante tontos y hasta se van al plano de la idiotez.
Nadie tiene porqué pensar igual que el otro. Eso incluso sería aburrido. Pero para ello está el respeto por la opinión diferente, el criterio distinto y el sano debate. Eso se resume en madurez. Y sí, somos hinchas de un equipo muy grande, pero como hinchada esa grandeza también nos debe contagiar en nuestro proceder frente al club que decimos amar con pasión.
Es simple, podemos diferir en mil cosas, si tal jugador es bueno, malo, ídolo, no ídolo, en si merecía irse o no, en si la dirigencia es buena, mala o regular, en si la camiseta del club es fea o bonita, lo que sea, pero a la hora de apoyar al equipo en sus metas deportivas y crecimiento, el apoyo no es negociable. Así como el respeto no se negocia, el deseo de ver ganar al equipo por parte de alguien que se precie de ser seguidor, hincha, fanático o barrista tampoco es negociable. Es triste, desde la fase del hincha, desear que al equipo no le vaya bien con tal de tener la razón en algún sentido. Se es, creo con humildad, hincha del club, no hincha de los hinchas, hinchas de un jugador o hinchas de una propia verdad.
El capítulo de Dayro Moreno (ya capítulo pasado) de nuevo nos pone en el plano de preguntarnos: ¿Somos una hinchada grande? ¿Con criterio? ¿Madura? Pongo muchas dudas después de esos signos de interrogación. Válido, como lo dije antes, que haya opiniones distintas, el punto es cómo las manejamos y cómo reaccionamos ante ellas.
En lugar de un debate argumentativo y respetuoso (vuelve y juega y jugará por siempre la palabra RESPETO) desde distintas orillas botan juicios sobre quién es más hincha que el otro. Se establece de forma un tanto “xenófoba” un “hinchómetro” que mide que X es más hincha del equipo que Y porque no ha dejado de ir jamás al estadio, jamás faltó, aunque lo aquejara una diarrea, aunque su madre o hija cumpliera años o el motivo que sea. Se dice ahora que hay “hinchas normales” y otros que están no sé en qué nivel. Se lee que hay “noveleras” e “hinchas con superioridad moral” que defendemos (ahí sí me meto en este costal con orgullo) que el respeto no se negocia, que el respeto por la institución está por encima de nombres, hombres y lo que sea y que por encima de 10000 goles o 100 trofeos ante todo está el respeto hacia los demás, el que sea.
Y es así como decimos con facilidad que si usted no puede ir al estadio todos los santos días que el club juegue, usted no es “digno” de ser hincha o, peor aún, es menos hincha. Envidio a esos que tienen la capacidad de medir, o, mejor interpretar, que siente el corazón de cada humano para establecer sus niveles de sentimiento por encima de pisar una gradería.
Pienso en mi abuelo Emiliano- uno de los responsables del por qué soy yo hincha de Nacional- que, según me cuentan mis tíos, poco o nada podía asistir al Atanasio, pero siempre oía los partidos en la radio, hablaba de la sinfónica verdolaga y amaba al club. Pienso es esos hinchas que están fuera del país y que no pueden ir al estadio. Los que viven en otras ciudades y que muchas veces no puedan respirar con constancia el aire del Atanasio. Pienso en los que están presos y gozan a Nacional bajo el halo de la nostalgia… Sí, esos son orgullosamente hinchas de Atlético Nacional y no son inferiores a nada.
Y es así como en medio de esta desunión y polarización de la hinchada, nuestros rivales, los que no nos quieren desde diferentes frentes, se “remalen” los dedos al vernos así, desunidos, peleando por idioteces, jugando “al yo soy más hincha que tú y te saco la lengua”, portándonos como imberbes. Ellos son los que se ríen de nosotros y nosotros somos su show.
Muchos futbolistas ven como nos peleamos entre nosotros por ellos. El fútbol de hoy ha perdido mucho sentido de pertenencia, del sentir el escudo, se sienten más los millones en la cuenta bancaria.
Los hinchas (¡todos!) si vamos de la mano del corazón, muchos futbolistas no ¿Creen ustedes que mientras nos debatimos en el marco de la desunión por algunos de ellos, a ellos les duele? Lo dudo… A veces es la arena movediza de la manipulación y caemos enteritos.
Miren el 2016, miren hacia 1989, miren los momentos grandes, miren como fue nuestra reacción en el Atanasio ante lo de Chapecoense, miren que todos esos bellos recuerdos llevan a una palabra: UNIÓN.
Dejemos la vaina ya. Nacional nos necesita. Nosotros nos necesitamos unidos. Bienvenido el debate bajo el marco de un buen nivel argumentativo, la decencia y la madurez. Esto es Nacional y si tanta grandeza decimos que hay, que también se vea reflejada en nosotros los hinchas. ¡Unidad y echar para adelante!