Por: Andrés ‘Pote’ Ríos
Dice la sabiduría popular que escoba nueva siempre barre bien. Acá, el punto, es que esta escoba es una vieja conocida y cuando llegó a barrer en su primera etapa sudó petróleo para entrar en la historia del club como uno de los técnicos más ganadores.
Este capítulo tiene otro aire. Y no es por demeritar a los entrenadores que han sido protagonistas del vendaval de situaciones que ha sido el club en los últimos dos años, pero Lillo, con su estilo, su cuento y demás, como director técnico debería de montar una academia para formar grandes técnicos. Él, como tal, no lo es, es un formador. Almirón, buen tipo, arrancó bien y luego tuvo una que otra mala decisión y 10 minutos finales nefastos ante Tolima y, apague y vámonos, la “macumba” de la mala suerte se posó en él y lo apabulló ¿Y Autuori? Gran señor, gran trayectoria, pero le pudo el reto, el entorno y el camerino.
Llega entonces Juan Carlos Osorio y llega como el personaje ideal para organizar todo esto. Conoce a fondo el club, conoce el equipo, sabe donde está, tiene la manija correcta para lidiar el camerino, es un hombre de método, de detalles, está al tanto de todo y buscar estarlo en aras de tener el control total. Y eso, amigos, es lo que necesita el club verdolaga en esta etapa de su historia.
A Juan Carlos Osorio nadie se le monta en la cabeza. Ese cuento, nunca comprobado, pero siempre mencionado, de los “sindicatos” (cosa que ocurre, tristemente, en todos los ámbitos de la vida), con él no funciona. Y no funciona porque el profe es el sindicato. Ahora no se escandalicen por lo que acabo de escribir, no, es simple: el profe es todo y al ser todo, líder, trabajador, guía, control y demás, él soluciona cualquier grieta antes de que se convierta en debacle.
Ahora bien. El aire en Guarne se siente distinto. Los veteranos lucen contentos, los de alguna experiencia sienten -como bien me lo describió @poldoneitor- esa sensación universitaria de cuarto semestre en la que uno no sabía si estaba en la vía correcta del tren de la vida ¿Y los pelaos? Con un listón que el mismo profe ya “colgó” en la línea de meta: “Deben darlo todo y más para demostrar que son realmente buenos para estar en el primer equipo”.
Partiendo de eso, de la aplicación de horarios que buscan generar grupo y familia (todos desayunan, almuerzan y trabajan en grupo), de hablar del entorno familiar del jugador y de fijar reglas, es que ahora marcha este Atlético Nacional al ritmo Osorio. Un ritmo que el que no lo siga, pues chao, se lo llevó la suplencia y se quedará sin gloria.
Ya desde el marco del balón, lo dijo el profe, serán 6 meses a un año para ver resultados. Si llegan antes, bienvenidos sean, el punto es que acá, bajo el efecto Osorio, todos en Nacional marchamos a un ritmo distinto, y eso, amigos verdolagas, es bueno y nos llevará de nuevo por el camino del éxito.