Por: Juan Felipe Velásquez.
Ahora, la vergüenza se presenta a escalas internacionales. Y es que no me queda otro remedio que ser contundente en esta nueva editorial, porque la presentación de Atlético Nacional anoche fue eso, simplemente desastrosa.
No por el desenlace, precisamente, pues Racing de Avellaneda es un equipo difícil de vencer y aunque no sea muy superior a Atlético Nacional en el presente o en el pasado, es un conjunto que ha peleado la liga argentina durante el último año.
Pero es que dilapidar dos goles de ventaja en una llave que parecía resuelta, apostando al fútbol mezquino de siempre y con un planteamiento táctico solo equiparable al equipo más pequeño de nuestra liga colombiana, Nacional terminó por hacer el ridículo en los octavos de final de la Copa Libertadores.
Nacional vuelve y se presenta con una estrategia meramente defensiva, despreciando el balón y evitando ser protagonista o incluso, renunciando a toda posibilidad de ataque durante el partido. Ni jugadores ni cuerpo técnico hicieron algo por mantener la ventaja conseguida en el Atanasio Girardot; todo lo contrario, decidieron asumir un papel de inferioridad y jugar al contragolpe desde el minuto cero. Solo causa en mí una vergüenza enorme ver a un equipo, mi equipo, campeón continental y el máximo ganador de ligas en Colombia, hacer tiempo y fingir faltas para ver cómo el cronómetro se agota de la manera más lenta posible. Esto no es Atlético Nacional, al menos no es el Atlético Nacional del que yo soy hincha.
No iban ni cinco minutos de juego transcurridos y ya estaba teniendo un déjà vu. Me sentía repitiendo la final de hace unas cuantas semanas ante Millonarios; esa noche también nos consumió un complejo de inferioridad al cual los hinchas no estamos acostumbrados, de hecho, rechazamos a toda costa. Nacional podrá ser inferior a un par de equipos en el continente por proyecto deportivo e inversión económica, pero ni Racing ni Millonarios están por encima de esta institución. Usted lo sabe y lo entiende, estimado lector; la prensa lo sabe y lo entiende, pero parece que los únicos que no dimensionan la verdadera grandeza y el poder de la camiseta de Atlético Nacional son los jugadores, el cuerpo técnico y los directivos.
Y para qué entrar en análisis táctico si lo mostrado por el equipo fue defensivo in extremis, pero además, fallaron también en ser sólidos en defensa. Imagínense que ni ese planteamiento mezquino y poco ambicioso pudieron hacerlo bien. Nacional buscó defenderse y se defendió mal.
Todo aquello medianamente decente que se había presentado hasta anoche por parte de Amaral fue tirado por la borda de la manera más vergonzosa. Aquel discurso de buscar un juego que agrade más al hincha y que posicione el balón como herramienta fundamental no asomó en ningún momento, y Nacional salió goleado de Argentina, eliminado de la Copa Libertadores y dejando un capítulo oscuro en su historia que será recordado por la traición que perpetuó a su propia historia y al ADN de esta institución.